En qué se decide emplear el dinero delata prioridades, de los tiempos, de las personas, de las familias, de los Estados y de la arquitectura, claro. En Zaragoza, la transformación de un antiguo almacén de productos químicos en centro de entrenamiento, a manos de los arquitectos Lara Casabona y Luis de Gregorio, ha costado 656 euros por metro cuadrado. Y, de acuerdo con sus autores, ha priorizado crear un vínculo entre las nuevas usuarias y los ciudadanos del barrio. Veamos cómo.Más informaciónLa reforma ha afectado solo a un 70% del espacio del local. Es decir: se han establecido prioridades en la manera de emplear el presupuesto.Para demostrar esa declaración de buena vecindad, el comercio está ahora retranqueado. Deja atrás la antigua fachada para ceder metros cuadrados a la ciudad. Ese urbanismo amable de aspecto hipster —el banco para esperar, o fumar, el cuenco para que beba el perro— tiene sus raíces en la vida de barrio de toda la vida: cuando las sillas se sacaban al fresco de la calle y en la carnicería había también un par de asientos para las esperas.Fachada del Centro de maternidad y entrenamiento en Zaragoza.David ZarzosoLa eficacia en el uso de recursos ha marcado el interiorismo sereno y crudo de este local. El uso de placas de yeso facilitó la obra. No solo redujo el material de desperdicio, también acortó los tiempos de construcción y minimizó el impacto medioambiental. Solo las salas de tratamiento y los vestuarios tienen falsos techos, el resto queda despejado o protegido por telas lobuladas. Esas telas actúan de barrera acústica, conducen a las usuarias de la calle a las salas, suavizan la iluminación y convierten un lugar de paso en un espacio acogedor.El pasillo con el textil lobulado en el techo conduce a las estancias para tratamientos.David ZarzosoEste es un proyecto cuidado y desnudo, a la vez. Por eso la iluminación es clave y está subrayada por varias tonalidades, que actúan sobre el espacio, zonificándolo sin dividirlo. Así, mientras los techos vistos exponen el cableado, las paredes y las telas difuminan la luz. Como grandes lámparas actúan como un lienzo.En el exterior, junto a la fachada, un banco de hormigón pulido se suma al mobiliario urbano. Es un poyete, conforma un espacio de espera que el centro ha cedido a la calle.En el gimnasio, una estética más cruda deja las instalaciones vistas.David ZarzosoEn el interior, mientras la iluminación recorta los espacios, las instalaciones vistas se asoman en paredes y techos. El mobiliario es escueto. Una mesa de madera es a la vez un mostrador versátil que puede convertirse en expositor de productos o en mesa de catering. Así, este centro, que prioriza el bienestar de las usuarias, ofrece atención y desnudez. Habla de cuidados y quiere cuidar. Busca estar bien en el barrio. No colarse, asentarse, sino aprender a vivir en él.

Shares: