La pandemia de VIH/sida, la más duradera y una de las más letales de la historia de la humanidad, se encuentra en un momento crucial. Unos 40 millones de personas han fallecido por causas relacionadas con el VIH, según la OMS. Con el tiempo, se han descubierto referencias de su presencia en 1976, y hasta cinco años después, no se diagnosticaron los primeros casos de sida. Se ha avanzado mucho en investigación, y la vida de las personas con VIH ha mejorado radicalmente. Son datos para el optimismo, pero la carrera para que el VIH deje de ser una pandemia está en su recta final y hace falta acelerar para llegar a la meta. Hoy parecen realistas los objetivos planteados para 2030 por ONUSIDA, el programa conjunto de las Naciones Unidas sobre el VIH/sida, que apuntan a reducir a cero las nuevas infecciones, la discriminación y las muertes relacionadas con el sida. Para llegar hasta ahí se impone la norma del 95%:Alcanzar el 95% de las personas con VIH diagnosticadas, lo que supone reducir el número de personas con VIH y no lo saben.Alcanzar el 95% de las personas diagnosticadas de VIH en tratamiento, lo que conlleva aumentar el acceso a la medicación en todo tipo de poblaciones.Lograr el 95% de las personas en tratamiento con carga viral indetectable, lo que requiere mantener el número de personas en tratamiento.Conseguir que el 95% de las personas que tienen riesgo de adquirir VIH accedan a algún tipo de prevención.La directora ejecutiva de ONUSIDA, la ugandesa Winnie Byanyima, asegura incluso que “la pandemia puede dejar de ser una amenaza para la salud pública al final de esta década”. Pero, según los expertos, vivimos en un momento decisivo, porque aún hay obstáculos que superar y retos por cumplir. Sobre todo, se debe avanzar en educación, en prevención y en el acceso a tratamientos, algo que puede verse afectado si se limita la inversión en el cuidado del VIH. Así lo advierte Lucio García Fraile, médico adjunto del Servicio de Medicina Interna-Infecciosas del Hospital de La Princesa de Madrid: “Estamos mejor de lo que hemos estado nunca, pero siempre se pueden torcer las cosas si no seguimos a este buen ritmo”.¿Cómo se ha llegado hasta aquí? Los grandes avancesGracias al uso de tratamientos adecuados, el VIH se ha convertido en una infección crónica. Puede decirse que la esperanza de vida de alguien recién diagnosticado, una vez que esté en tratamiento, es similar a la de una persona sin VIH, según Jorge Garrido, director ejecutivo de Apoyo Positivo, ONG que lleva más de 30 años luchando por los derechos de las personas con VIH. “Han pasado 44 años desde el primer diagnóstico en España”, recuerda Garrido. “Hoy, una persona con VIH en tratamiento logra lo que conocemos como indetectabilidad, se reduce tanto la cantidad de virus que no se detecta en sangre. Si sigue su tratamiento y se mantiene indetectable, no transmite el virus a otras personas. Es decir, indetectable es igual a intransmisible (i=i)”.Esa indetectabilidad ha sido uno de los grandes logros recientes en la investigación científica en torno al VIH. “Ha sido lo más rompedor de esta década, sin duda”, asegura García Fraile. “En 2016 se publicaron los estudios Partner 1 y Partner 2, que demostraron que una persona con una carga indetectable de VIH no transmite el virus”, recuerda García Fraile. Dos décadas antes se había dado un primer salto cualitativo al conseguirse un tratamiento mediante un cóctel de pastillas, conocido como terapia antirretroviral altamente eficaz, que logró evitar la mortalidad asociada al VIH. En el cuidado del VIH ha habido otros grandes hitos, como reducir el número de fármacos necesarios para controlar el virus, o que el tratamiento antirretroviral sea de solamente una píldora al día: se logra con una combinación de cuatro medicamentos que por primera vez incluye un inhibidor de la proteasa, lo que impide desde mediados de la última década que el virus se haga resistente. Y hoy se ha dado un paso más con la llegada de los tratamientos de acción prolongada que permiten administraciones más espaciadas en el tiempo.El 90% de las personas afectadas viven en el África subsahariana. De los tres millones de personas que mueren a causa del virus cada año, 700.000 son menores de 15 años.Los objetivos de ONUSIDA en España¿Es viable el objetivo 95-95-95 en España? Se estima que hay alrededor de 150.000 personas con VIH en nuestro país, y que diariamente se diagnostican entre 8 y 9 personas (alrededor de 3.000 al año). García Fraile asegura que los objetivos de ONUSIDA están prácticamente alcanzados en España, pero no hay que conformarse. Hay que seguir actuando sobre ellos: el primer objetivo requiere dar con las personas que se han infectado, lo que no siempre es fácil. Muchas desconocen su estado serológico. El segundo y el tercero van de la mano: una vez que la persona conoce su estado, si se le pone en tratamiento se logra que alcance la anhelada indetectabilidad. Quedan por conseguir la reducción de las alrededor de 3.000 nuevas infecciones que hay anualmente, un dato que de media se mantiene estable desde hace 10 años. Y es posible.Ya hay ciudades en Europa que han conseguido reducir las nuevas infecciones por VIH a cifras cercanas a cero y en todo el mundo se están haciendo esfuerzos para alcanzar esas metas. En África, donde la pandemia ha afectado con virulencia durante años, se lleva décadas trabajando con resultados positivos. “Pero se abren nuevas brechas en otros territorios, como Hispanoamérica, Oriente próximo y el Sudeste Asiático. Allí la incidencia está en aumento”, avisa García Fraile. Y es posible, según él, que los esfuerzos empleados en África para contener el virus se pierdan por la disminución ⎯o directamente supresión⎯ de las partidas para las ayudas de cooperación internacional por parte de Estados Unidos.¿A qué retos nos enfrentamos para acabar con la pandemia?Jorge Garrido, de Apoyo Positivo, tiene claro que el final de la pandemia se ve más cerca que nunca. “Esta es una fase del VIH en la que por primera vez vislumbramos un horizonte de erradicación o, al menos, de control como problema de salud pública, con la implementación de todas las herramientas disponibles”. Una de las claves, añade García Fraile, es reducir el número de persona que tienen VIH y no lo saben. “Resulta esencial promover los diagnósticos”.El médico resalta también la importancia de la prevención: evitar que lo adquieran quienes no lo tienen, sigue y seguirá siendo una prioridad universal. En ese proceso entra en juego la profilaxis preexposición, conocida como PrEP, explica. “En la última década, la prevención del VIH con PrEP constituye la herramienta más efectiva de las que disponemos”. La PrEP es otro hito farmacéutico de la investigación científica que ha permitido evitar la transmisión a personas que no se han infectado. Sin embargo, sigue habiendo entre 8 y 9 nuevas infecciones al día. Porque aún hay poblaciones a las que no llegan las herramientas de prevención disponibles.Jorge Garrido ahonda en este tema: “Es necesaria una implementación real y efectiva de la prevención combinada y la innovación terapéutica, que incluya desde métodos clásicos como el preservativo, hasta herramientas actuales como la profilaxis preexposición (PrEP), la profilaxis postexposición (PEP), la reducción de riesgos y daños y estrategias clave como i=i. Todo ello debe ir acompañado de un acceso real a innovaciones terapéuticas adaptadas a las necesidades de las personas con mayor riesgo de adquirirlo”.Una educación sexual integral, señala Garrido, se revela imprescindible para reducir el estigma que arrastran las personas con VIH desde hace cuatro décadas: durante muchos años fue algo más que una etiqueta para ellas. También para lograr los objetivos de ONUSIDA en 2030, incluido el fin de las nuevas infecciones y de las muertes evitables por VIH. “Es esencial un compromiso firme de las instituciones: financiación estable, coordinación efectiva entre salud pública y tejido asociativo, y una apuesta decidida por la participación comunitaria”. Ambos expertos ponen el énfasis en que hoy se sabe lo que hay que hacer y las herramientas que se necesitan.García Fraile destaca que ONUSIDA pone objetivos ambiciosos para fomentar los avances. “Cualquier progreso, por pequeño que sea, representa una victoria”, asegura. Sin embargo, no se puede perder de vista el avance global. Las cifras muestran que, aunque ha mejorado la calidad de vida, el volumen de infecciones se mantiene casi estable desde hace una década. “Necesitamos mirar al VIH y la salud sexual en general desde un nuevo paradigma: más preventivo, más humano y enfocado en el bienestar integral, donde la salud mental tenga un lugar central”, explica Garrido. “Para que esto sea una realidad, hacen falta voluntades políticas firmes y una aceleración decidida en la implementación de las herramientas que ya existen. No se trata de inventar nuevas soluciones, sino de hacer efectivas las que ya tenemos, a través de un compromiso claro y sostenido. El momento de poner fin al VIH es ahora”, concluye.

La pandemia más larga de la historia, cerca del final | Sociedad
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