Diego Vicente se encuentra cursando un doctorado tras haber finalizado su grado de Biología y también un máster en la Universidad de Barcelona “para poder trabajar como profesor de Universidad”. Considera que estos estudios deberían facilitarle la integración en el mundo laboral, “aunque no estoy muy convencido que vaya a ser así”, asegura. “Mi campo de investigación, la Biología de la Conservación y la Ecología, está menos ligado al ámbito empresarial a diferencia de otros, como puede ser Farmacología o Inmunología”. Reconoce que durante su formación no ha mantenido una relación fluida con el ámbito empresarial, sin embargo, comenta, en su disciplina a veces existe una relación indirecta a través de pequeñas colaboraciones con empresas vinculadas a la conservación de espacios naturales, o con aquellas más dedicadas a la divulgación. “Los congresos científicos también ofrecen oportunidades para conocer empresas ligadas a mi ámbito de investigación”, explica.En el curso 2022-2023, un total de 11.784 personas completaron en España sus programas de doctorado, lo que supone un aumento del 6,6% respecto al curso anterior. Del total de egresados en Doctorado, el 92,4% pertenecían a universidades públicas presenciales; el 5,9% a privadas presenciales, y el resto se distribuyó entre universidades no presenciales y especiales (1,1% en la UNED, 0,3% en privadas a distancia y 0,2% en universidades especiales). La participación femenina en este tipo de programas fue del 49,8%, porcentaje que ha disminuido en ocho décimas desde el curso 2018-2019. En relación con la edad, el grupo más numeroso de doctorados se encuentra entre 25 y 30 años, con un 37,4% del total, según datos extraídos del Informe CYD 2024, que profundiza en la contribución de las universidades españolas al desarrollo económico y social del país. Pero, ¿cómo se valora la aportación de los doctorandos al tejido productivo?Los estudios de Doctorado tienen como finalidad la especialización del estudiante en su formación investigadora dentro de un ámbito del conocimiento, e incluyen la superación de un periodo de formación y la elaboración, presentación y aprobación de un trabajo original de investigación doctoral, tras la que se obtiene el título de doctor. Estos estudios están reglamentados por el Real Decreto 576/2023, de 4 de julio, con el que se modificó el Real Decreto 99/2011, de 28 de enero, por el que se regulan las enseñanzas oficiales de doctorado. Más informaciónLa legislación valora el perfil del doctorando como “un actor principal de la sociedad en la generación, transferencia y adecuación de la I+D+i y su papel esencial en todas las instituciones implicadas en la innovación y a la investigación, de forma que lideren el trasvase desde el conocimiento hasta el bienestar de la sociedad”, según recoge en su preámbulo el Real Decreto 99/2011. Con las nuevas incorporaciones normativas se busca fomentar el papel del doctorando en otros ámbitos de la sociedad, “para impulsar la I+D+i en todos los sectores sociales, particularmente mediante la colaboración en el doctorado de industrias y empresas”. Por ello, el Real Decreto 576/2023 incorpora la Mención Industrial en el título de Doctora o Doctor: “Se obtendrá al realizar los estudios de doctorado con la colaboración del tejido social y económico con el fin de fomentar la colaboración y la transferencia e intercambio de conocimiento entre el mundo académico y el mundo social y económico, ya sea éste del ámbito público o privado”.“Las universidades son cruciales para la generación de conocimiento y la capacitación de profesionales. Las empresas, por su parte, son las que aplican ese conocimiento para crear valor y generar empleo. Los doctores, con su formación avanzada y experiencia investigadora, desempeñan un papel clave en este proceso, tanto en la investigación como en la transferencia tecnológica y la innovación”, sostiene Julián Garde, presidente de Crue I+D+i y rector de la Universidad de Castilla-La Mancha (UCLM). Sin embargo, “no todos los doctores que se insertan laboralmente en el sector privado —el 54% en España— desempeñan funciones acordes con su formación, poniendo de manifiesto un desajuste por sobrecualificación. Tan solo un tercio de los doctores en empresas se dedica a actividades de investigación”, asegura.Solucionar problemasSon muchas las competencias que el doctorando adquiere que son transferibles al ámbito de la economía y la empresa. Entre otras, según Jaime Romero, coordinador del doctorado de Economía y Empresa de la Universidad Autónoma de Madrid, “ser capaz de concebir, diseñar, implementar y adaptar procesos de investigación o crear otros nuevos orientados a la búsqueda de soluciones frente a problemas nuevos y complejos. También, realizar análisis críticos, evaluar y sintetizar ideas novedosas, y comunicar sus conocimientos de forma clara y eficaz”. Además, su formación le permite desenvolverse con soltura en contextos caracterizados, en ocasiones, por la escasez de información; formular las preguntas clave que permiten abordar desafíos complejos, y trabajar tanto en equipo como de manera autónoma en entornos diversos. Más informaciónEn definitiva, dice Romero, “un doctor constituye un activo de alto valor para cualquier organización que apueste por la innovación”, y añade que “cada vez más las empresas buscan personas con el doctorado, por las competencias y habilidades que han desarrollado al hacer su tesis doctoral, independientemente del ámbito en que han obtenido su título de doctorado”. Y en este avance, “los convenios de doctorado industrial que se firman son una vía de incorporación al mundo laboral fuera de la academia”, incide María Feliu, vicerrectora de Doctorado, Personal Investigador en Formación, Atracción de Talento y Divulgación de la Universidad de Barcelona.Papel estratégicoJuan Carlos Tejeda, director de Educación y Formación de la Confederación Española de Organizaciones Empresariales (CEOE), asegura que durante estos últimos 25 años se han producido transformaciones relevantes que, en su opinión, están impactando de lleno en el mundo empresarial, “que necesita contar con perfiles altamente cualificados, capaces de adaptarse, innovar y aportar conocimiento especializado”. Ante esta circunstancia, Tejeda valora el perfil de los doctorandos como “un activo estratégico” que, por su formación, comprende los cambios tecnológicos, sociales y económicos que se están produciendo, además de anticiparse y contribuir a la generación de soluciones innovadoras que aumenten la competitividad empresarial.Una aportación, la de los doctorandos al tejido productivo, que se valora positivamente, según Tejeda, por ser poseedores de una serie de competencias clave “como el pensamiento crítico, la capacidad analítica y la resolución de problemas complejos, fruto de su experiencia en investigación. Además de estar habituados a trabajar con autonomía en entornos de incertidumbre, gestionando proyectos a largo plazo con rigor y resiliencia”. Sin embargo, las sinergias que hay entre la Universidad y la empresa no son suficientes para captar y aprovechar plenamente el potencial de los doctorandos. “A menudo, falta un lenguaje común y mecanismos ágiles entre ambos ámbitos para transferir conocimiento y talento. Muchas empresas no valoran el potencial de los doctorandos y, desde el ámbito académico, no siempre se fomenta la orientación hacia el mundo empresarial”, comenta el director de Educación y Formación de la CEOE. Por eso, apuesta por mejorar las relaciones entre ambos, “invirtiendo más en programas conjuntos, incentivando”, concluye.

Doctorados como activo empresarial | Formación | Extras
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