Una calle de una gran ciudad en pleno mes de julio. Las cuatro de la tarde. No se atisba ni una sola sombra de árbol, parece que a alguien se le olvidó poner alcorques que acogieran algunas de estas plantas benefactoras. El asfalto negruzco hierve y está a tan solo un par de grados de transformarse en una masa viscosa, tal y como salió de aquel camión que acarreaba el material bituminoso. El aire cálido está detenido por completo, como atestigua una pequeña araña colgada de su hilo de una señal de tráfico: cae a plomo, no se balancea ni un milímetro. Una persona que camina por la acera de losas de cemento da pasos con avidez, absorta en resistir a los inmisericordes 40 grados que envuelven la urbe, asfixiando a todo bicho viviente. Su frente arroja otra gota más de sudor y cae sobre la uña del dedo gordo del pie. En la siguiente pisada su sandalia aplasta un tallo de una planta carnosa, que milagrosamente permanece rozagante, a pesar del desierto que la rodea; deja una mancha húmeda y verdosa que se evapora en cuestión de segundos. El vegetal crece al lado de una arqueta de hierro capaz de calcinar cualquier tejido blando, pero esto no parece importar a la verdolaga a la que el hombre acaba de mutilar una de sus ramitas.Más informaciónEsta escena con la verdolaga como actriz secundaria se desarrolla ahora mismo en muchos lugares. Esta especie, conocida por el nombre científico de Portulaca oleracea, crece en estos meses cálidos como si el verano no fuera con ella. Es más, disfruta cuando cuenta con altas temperaturas para desarrollarse. Eso sí, prefiere tener agua a su disposición, aunque resiste semanas y semanas sin una sola gota de agua. Testimonio de esa preferencia por chupar más y más agua, uno de los lugares predilectos para desarrollar su porte rastrero y extendido es la huerta, donde cuenta con riegos y sol. En ellos, se pueden encontrar verdolagas realmente grandes en su anchura, y también de aquí es de donde salen muchas de estas plantas con destino a las mesas, en forma de ensalada, sobre todo. Para este tipo de plato hay que recolectar la verdolanga antes de que florezca, ya que después de hacerlo su sabor no será tan agradable. Aun así, entonces se puede consumir añadida en potajes y guisos varios, como se haría con la espinaca, la acelga o el repollo.Las flores de la verdolaga pueden autofecundarse fácilmente y solo permanecen abiertas unas pocas horas.Valter Jacinto (Getty Images)Esta especie es una suerte de comida milagrosa, por la gran cantidad de propiedades beneficiosas que tiene para el organismo que la ingiere. Entre ellas habría que destacar su abundancia en ácidos grasos omega-3, de los que posee hasta cuatro tipos diferentes, todo un muestrario saludable. A ello se une su alto poder nutritivo, sus minerales, varias vitaminas… La palatabilidad de la planta es muy especial, porque tiene un gusto refrescante y ligeramente picante a la vez, y su gran cantidad de mucílago le da una textura algo babosa. Así que, por un lado, encontramos que es una planta extremadamente recomendable consumir, pero que está casi olvidada en las cocinas. En la botica también fue una fuente de remedios medicinales, como cuando en la propia huerta los hortelanos se aplicaban sus hojas machacadas en las heridas o en las picaduras de algún insecto, amén de otras muchas aplicaciones beneficiosas, corroboradas por la ciencia.La verdolaga produce miles de pequeñas semillas que pueden esperar muchos años para germinar.Paul Starosta (Getty Images)Como se ha visto, la verdolaga es una amante del calor más tórrido. Su semilla también, y es capaz de germinar a temperaturas de 30°C. Cada ejemplar de esta planta puede producir miles y miles de semillas, en un acto prolífico que le asegura contribuir con generosidad al banco de semillas del suelo. Estas semillas son finas, pequeñas, negruzcas y muy nutritivas. Las producen unas flores amarillentas, que pueden autofecundarse fácilmente y que solo permanecen abiertas unas pocas horas.La criptonita de esta planta es el frío, al que no resiste cuando regresa para quedarse, a finales del otoño. Entonces, sus tiernos tejidos necrosarán, abonando con sus restos la tierra en la que crecía, enriqueciéndola. Si bien en jardinería es una planta a la que normalmente se desherba y deshecha —aunque en muchos lugares se podría dejar, para crear un acolchado verde y vivo—, habría que recordar que tiene una hermana a la que se considera más estética: Portulaca grandiflora. Varias ‘Portulaca grandiflora’ con flores de varios colores.Ali Majdfar (Getty Images)En ella se encuentran flores en la gama del arco iris, con una infinidad de flores blancas, rosadas, rosas, fucsias, amarillas, anaranjadas, encarnadas, violetas… Y se ve tanto con flores simples, de pocos pétalos, como con flores dobles, con una infinidad de pétalos más. Y si bien la comestible verdolaga tiene un origen europeo, africano y asiático, esta otra, ornamental, es sudamericana, aunque ha colonizado los jardines de todo el mundo. Es una especie perfecta para macetas expuestas al pleno sol abrasador, con el que disfrutará, regalando así aún más flores.La verdolaga de aquella tórrida calle continúa creciendo, incansable. Siente que va a caer una tormenta de verano. Pronostica que, con ella, podrá tomar unos pocos nutrientes más del yermo suelo, crecer un par de centímetros más, ser testimonio del milagro de la vida en las condiciones más adversas. Un gorrión acaba de llegar a su lado para picotear algunas de sus semillas.

Shares: