“En casa, por fin”. Tras un arranque tan potente como espectacular, a Eva Amaral casi le puede la emoción en el primer saludo. Desde el escenario mira el pabellón Príncipe Felipe a tope (10.700 espectadores), y le falta poco para no poder evitarlo cuando le salen estas cuatro palabras. Amaral hace doblete este fin de semana en Zaragoza, su ciudad, y hace meses que colgó el cartel de completo. Este es su segundo concierto tras haber comenzado, el pasado 10 de mayo en Bilbao, la gira de su noveno disco, Dolce Vita. Más informaciónY saboreando esta vida arrancan con el primer sencillo del nuevo álbum, que en el repertorio ocupa un lugar predominante dejando espacio también a los éxitos de siempre. Lo explica sobre las tablas Juan Aguirre, que se marca una versión acústica de aquellas Tardes que pertenecían a su primer disco, allá por el 98, después de recordar en voz alta cómo componían en Zaragoza: “Esta canción la empezamos en la calle Duquesa Villahermosa y la terminamos en la Avenida de Valencia”. O como actuaban en los bares del centro que “ahora se han hecho grandes”. Tocar en casa es lo que tiene, que a los dos les invaden recuerdos y les traicionan las emociones. Todo a cambio de ser profetas en su tierra y tener un público entregado que, como dicen los aragoneses, “no rebla” (renuncia) en reivindicarlos y abrazar su dolce vita. Este disco es para esto. “Lo estamos disfrutando mucho ―dice Eva― y espero que vosotros también”. Imposible no hacerlo, con tanta canción de letra exquisita, y sublime escenografía, que se va engarzando con sus clásicos más pop y bailones como el Toda la noche en la calle (Estrella de mar, 2002), que además incluyó un invitado sorpresa en el escenario, el triunfito Juanjo Bona, zaragozano y fan declarado de los Amaral, haciendo del dúo un trio tan fugaz como inesperado. Momentazo de Dolce Vita. Que tuvo más.Aunque no hay disfrute sin pena, como yin sin yan o rosa sin espinas, y “este disco habla de belleza ―advierte Eva en el escenario― pero también del dolor cuando te la quitan”, y del rojo pasión de su vestido al blanco y negro de la dictadura chilena para, con imágenes de la Fundación Víctor Jara, rememorar el Te recuerdo Amanda cantado por el solista asesinado por la dictadura. De la dolce vita a la vita amara, pero igualmente bello. Suena Podría haber sido yo y el pabellón se estremece con esa defensa de la memoria que acaba coreando también el público más joven, para que luego digan. Eva Amaral, durante el concierto de anoche en Zaragoza.Álex RuizLas letras del dúo zaragozano tienen más fondo que el armario de las Kardashian. Entre la reivindicación social y el buceo personal, lo salvaje y lo íntimo, Víctor Jara y Marta, Sebas, Guille y los demás…el dúo combina la madurez de haber cumplido años ya en la quinta década con los acordes jóvenes de reyes del pop. Pero en los matices están la riqueza y la profundidad. Y las notas de un chelo condensan ese pop antes más liviano como si fuera una pastilla de starlux. La responsable es Laura Sorribas, joven también zaragozana, que igual toca este gran instrumento de cuerda como le da a los teclados, a la percusión o pone las voces. Atención a esta chica. Y a Mini Moreno, versátil saxofonista, también en la flauta, los coros y la percusión. A los Amaral les acompaña buena banda dirigida por un veterano, Álex Moreno, y acompañada por músicos con trayectoria como Ricardo Esteban, al bajo, que ha pasado por la Orquesta Mondragón o Sergio Valdehita, teclista antes de Mikel Erentxun, Iván Ferreiro y hasta Miguel Ríos. Y eso también se nota en la puesta en escena. Los Amaral firman un show de alto nivel escenográfico, donde tres grandes pantallas tan pronto te sumergen en la naturaleza verde de la Galicia donde ahora reside Eva, con bosques y pájaros, como te echan confeti sobre la cabeza. Y hasta ella vuela, con arnés, protagonizando por las alturas y con vestido rojo, imágenes que podrían salir de cualquier película de su paisana Paula Ortiz. Público asistente al concierto de Amaral del 16 de mayo en Zaragoza.Álex RuizTodo está cuidado al milímetro. Y no se dejan nada. Ni uno de los 15 nuevos temas del último trabajo y de los de siempre ―Como hablar coreado por todos o el casi himno Sin ti no soy nada, que hasta usaba Rubalcaba con ironía dedicándoselo al PP― junto con los que más suben la temperatura de la sala. Ahí estuvo Revolución o Hacía lo salvaje donde la jefa se desmelena más todavía. Y así, la dolce vita que fue este viernes dolce far niente en Zaragoza llegaba Hasta que la música se acaba emocionando al personal y pidiendo más. Hubo quien hasta se desmayó, casi en primera fila, y la solista lo advirtió, incluso bajó la voz para que pudieran actuar las emergencias, pero sólo quedó en susto ―que sepamos― y desde luego no hizo falta reanimar al auditorio: con el Ahí estás ―íntimo y agradecido― los Amaral pusieron el punto y seguido y les costó, con tanta ovación y emoción, salir del escenario. Pero esta noche vuelven. Los maños tienen suerte.

Amaral dobla y llena en su casa | Cultura
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