Por décadas, el occidente de Boyacá ha sido tierra de ‘fortunas verdes’. En sus montañas, donde las minas de Muzo, Quípama y Coscuez esconden algunas de las esmeraldas más finas del planeta, la riqueza ha estado siempre acompañada de violencia. Allí, se forjó el nombre del narco Horacio de Jesús Triana Romero quien cumple una condena en una prisión federal en Florida.Triana se convierte en el segundo hombre fuerte del ‘clan de las esmeraldas’ en ser extraditado a Estados Unidos.Sin embargo, mientras cumple su condena, su familia obtuvo recientemente un fallo favorable que ordena a la Sociedad de Activos Especiales (SAE) devolverles 21 bienes que habían sido incautados, entre ellos haciendas, apartamentos, vehículos de alta gama, empresas agrícolas, un supermercado, cabezas de ganado y cuentas bancarias.Las propiedades, ubicadas en Bogotá, Chiquinquirá, Maripí y Otanche (Boyacá), habían sido embargadas en 2020 dentro de un proceso de extinción de dominio que involucró activos avaluados en más de 1,5 billones de pesos.La devolución fue ordenada por la juez 24 de Ejecución de penas y medidas de seguridad, al concluir que la Fiscalía superó los plazos legales para presentar la demanda y que la SAE incumplió términos procesales. Aunque las autoridades aún investigan el origen de la fortuna de Triana, el fallo obliga a la SAE a entregar los bienes en un plazo de 15 días hábiles, pese a que la entidad intentó impugnar la decisión, recurso que fue rechazado por extemporáneo.Otro de los predios incautados al clan Triana y que ordenaron devolver. Foto:Archivo particularLa fortuna con el narcotráficoDesde los años ochenta, las llamadas ‘Guerras Verdes’ dejaron miles de muertos en enfrentamientos entre clanes que buscaban el control de las piedras más codiciadas en Boyacá.En medio de ese escenario, Víctor Carranza -el ‘zar de las esmeraldas’- logró consolidar un imperio. Conocido por su capacidad de negociar y tejer alianzas, construyó un frágil pacto de paz en los años noventa. Pero su muerte, en 2013, dejó un vacío que varios intentaron llenar. Entre ellos, Horacio Triana.Triana se presentó como heredero de un poder económico inmenso. Sin embargo, su ascenso trajo consigo nuevas disputas y tensiones con otros actores del sector. Entre ellos, Jesús Hernando Sánchez, antiguo socio y heredero parcial del legado de Carranza, con quien terminaría enfrentado en una rivalidad que cambiaría su destino.El 7 de agosto de 2012, en una calle del norte de Bogotá, dos sicarios abrieron fuego contra el vehículo blindado de Jesús Hernando Sánchez. Sobrevivió, pero dejó el mensaje que el negocio de las esmeraldas estaba lejos de la calma que Carranza había prometido.La Fiscalía señaló a Horacio Triana como el autor intelectual del ataque por una disputa por las acciones de la mina Cunas, ubicada en Quípama. Triana sostenía que Sánchez se había apropiado de participaciones que le pertenecían.La investigación avanzó en silencio hasta que, en 2016, la Dijín capturó a Triana. Fue condenado a 10 años de prisión por tentativa de homicidio.Horacio Triana, esmeraldero extraditado a EE. UU. por narcotráfico. Foto:archivo particularTriana, en el ojo de la DEAHoracio Triana Romero, aparte de liderar el comercio de las esmeraldas en Boyacá, según las autoridades de Estados Unidos, junto con los integrantes del ‘clan’ se encargaba de enviar toneladas de cocaína en coordinación con socios en República Dominicana, Haití, México y Venezuela.Mientras la justicia colombiana avanzaba, la DEA y fiscales estadounidenses seguían otra pista. Los investigadores detectaron que cargamentos de esmeraldas servían como fachada para ocultar envíos de cocaína con destino a Miami y Nueva York.Documentos judiciales revelaron que Triana habría tejido alianzas con redes criminales que conectaban a Boyacá con carteles internacionales, entre ellos, el ‘cartel de Sinaloa’. La riqueza del subsuelo se mezclaba con una economía paralela, donde el brillo de las piedras verdes servía para lavar dinero y financiar rutas del narcotráfico.En enero de 2019, agentes de la Policía lo escoltaron desde Bogotá hasta un avión de la DEA. En Estados Unidos lo esperaban cargos de conspiración para traficar cocaína, lavado de dinero y conspiración para asesinar testigos.En noviembre de 2019, tras varios meses de audiencias, Triana aceptó un acuerdo de culpabilidad. Reconoció su participación en el tráfico de drogas y en septiembre de 2020, un tribunal federal en Florida lo condenó a 14 años de prisión.La carta a la JEPPese a su condena, el nombre de Triana sigue vivo en Colombia. Desde 2019, sus abogados han solicitado su ingreso a la Jurisdicción Especial para la Paz, argumentando que su papel en el negocio de las esmeraldas estuvo atravesado por el conflicto armado.En occidente de Boyacá, la minería no era solo negocio: también era territorio disputado por paramilitares, guerrillas y bandas criminales que buscaban controlar corredores estratégicos. Triana sostiene que fue víctima de esa presión y que su historia no puede entenderse sin el contexto de la violencia armada que dominó la región por décadas.Si la JEP acepta su solicitud, tendría que entregar un relato completo sobre sus vínculos con grupos armados, las rutas del narcotráfico y los episodios de violencia que rodearon los negocios con criminales que lo tienen tras las rejas.Juan Diego TorresDielas@eltiempo.com

Así amasó su fortuna el esmeraldero Horacio Triana, condenado por narcotráfico en EE. UU., a quien una jueza ordenó devolver 21 bienes
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