El artista puertorriqueño Bad Bunny vendió en cuestión de horas prácticamente las más de 600.000 entradas disponibles para sus conciertos en Madrid y Barcelona en 2026. La demanda fue tan alta que muchos de los canales oficiales de venta de Ticketmaster colapsaron durante la preventa, dejando fuera a miles de fans. Ante esta situación, se activó el sistema de precios dinámicos, utilizado por esta y otras distribuidoras, que ajusta el coste en tiempo real según la demanda.Aunque en los primeros días se anunció el sold out, todavía es posible encontrar entradas disponibles a través del canal oficial, eso sí, con precios que en muchos casos rondan —o incluso superan— los 500 euros, incluso para entradas estándar.Más informaciónDesde la Organización de Consumidores y Usuarios (OCU) han confirmado que han presentado una denuncia contra Ticketmaster por prácticas abusivas en la venta de entradas. “Hemos recibido numerosas quejas de usuarios que accedieron al sistema de venta con un precio visible y acabaron pagando hasta el triple de la cantidad inicialmente mostrada”, señala Enrique García, portavoz de la OCU. Entre las irregularidades detectadas, destacan cargos adicionales no transparentes, gastos de gestión desproporcionados, una donación obligatoria incluida por defecto y la utilización del controvertido concepto de ‘entrada platinum’, que permite subir los precios sin previo aviso.El Ministerio de Consumo ha anunciado que va a investigar a una gran empresa gestora de tickets tras recibir denuncias de consumidores por el cobro de posibles gastos ilícitos en la venta online de entradas. El departamento que dirige Pablo Bustinduy no especifica el nombre de la empresa, pero subraya que se trata de “conciertos en España de un artista internacional” tras “recibir denuncias de consumidores por el cobro de posibles gastos ilícitos”. “Esta investigación se incorpora a un expediente informativo que Consumo mantiene abierto a varias empresas que se dedican a la venta online de entradas para conciertos y otro tipo de actividades.Tras conocer la actuación del Ministerio de Consumo, el portavoz de la organización Facua, Rubén Sánchez, ha celebrado que se haya puesto en marcha la investigación porque, según recuerda, desde Facua llevan años “denunciando todo tipo de irregularidades en conciertos y festivales por parte de Ticketmaster, Live Nation y otras tiqueteras y organizadoras”.Las entradas originales oscilaron entre 83,30 y 615,80 euros (en los paquetes VIP). Actualmente, se pueden encontrar en reventa por cifras que rondan los 500 euros las estándar y en algunos casos ronda los 1.500 euros en plataformas no oficiales internacionales y redes sociales, especialmente en fechas cercanas al fin de semana o en butacas con buena visibilidad.Como ha documentado EL PAÍS en distintas ocasiones, el problema no es solo la reventa, es el propio sistema de distribución el que ha convertido el acceso a la música en directo en un lujo. Desde los “gastos de gestión” poco transparentes hasta los aforos segregados y los precios dinámicos, que provocan que el fan pague más y con menos garantías.Uno de los factores más polémicos es el sistema de precios que ajusta el coste en tiempo real según la demanda. Se trata de un modelo parecido a lo que hace Uber cuando sube los precios en horas punta. Es decir, una entrada anunciada inicialmente por 150 euros alcanza ahora los 450 euros o más sin previo aviso. Según The Guardian, esta estrategia fue uno de los detonantes del escándalo con las entradas para los conciertos como los del grupo de música Oasis.Bad Bunny se presenta durante su ‘Most Wanted Tour’ en el Kaseya Center el 24 de mayo de 2024 en Miami, Florida.John Parra (Getty Images)Además, el proceso de compra se ha convertido en una experiencia hostil: colas virtuales, páginas que se caen, errores de sistema, recargos opacos y un sentimiento generalizado de que las entradas “vuelan” incluso antes de llegar al gran público.El gigante Ticketmaster, que controla más del 70% del mercado mundial de entradas tras su fusión con Live Nation, está en el centro de esta controversia. En 2024 generó más de 23.000 millones de dólares en ingresos. Aunque se defiende alegando que sus márgenes de beneficio son bajos, lo cierto es que, como apunta The Guardian, su dominio del sector le permite imponer precios, condiciones y comisiones con muy poca competencia real.Durante la preventa, llegaron a conectarse más de 150.000 personas al mismo tiempo, lo que provocó el colapso del sistema en pocos minutos. El fenómeno no solo afecta a los grandes fans locales: muchas de las entradas fueron adquiridas por usuarios que compraron más de las que necesitaban, anticipando futuras reventas. En ese contexto, ha surgido una segunda oleada de entradas disponibles, con precios muy por encima del original, y sin ninguna garantía clara sobre su validez o su procedencia. Las plataformas oficiales apenas controlan esta circulación, y fuera de ellas —en redes y apps de compraventa— proliferan los perfiles que buscan aprovecharse de la urgencia.En redes sociales como X (antes Twitter), TikTok o foros especializados se multiplican las quejas de usuarios que no han podido acceder a entradas, o que denuncian precios inflados, estafas y prácticas dudosas. Capturas de pantalla muestran precios desorbitados en plataformas de segunda mano, entradas ofertadas sin garantías y vendedores que piden pagos por Bizum o PayPal para evitar comisiones.Según informa Ticketmaster, para que un comprador pueda ceder sus entradas a otra persona, debe realizar el cambio de nombre a través de la app de Ticketmaster o de plataformas autorizadas que garanticen una transferencia segura.

Bad Bunny y el caos de las entradas: Consumo investiga el sistema de venta en grandes conciertos | Cultura
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