Solo queda una hora para el concierto en Madrid del solista coreano Wonho (Lee Ho-seok, 32 años) y el calor aún aprieta. Después de tres horas de espera empieza a notarse el cansancio, aunque eso no impide a Ainhoa compartir historias con otras chicas en su misma situación. Gracias a ello, en solo una tarde, ha logrado “hacer un buen grupo de amigas”. “Desde la muerte de mi abuelo pasé por una depresión. Luché sola, sin nadie que me apoyara, sufriendo además mucho bullying en el instituto. Al conocer el K-pop poco a poco pude ir mejorando, me sentí más acompañada y se me hizo todo más ameno”, afirma. Es bien sabido que el K-pop es muy diferente a cualquier otro generó musical. Lo primero que viene a la mente es la estética de sus cantantes, la distintiva estructura de sus canciones, y el placer visual que aporta la buena coordinación de sus bailes. Pero si hay algo que realmente lo separa del resto de estilos es que sus fans lo describen como un refugio emocional. Una fuente de apoyo en momentos de soledad, ansiedad o falta de motivación. “Tuve una situación personal muy, muy delicada hace unos años, y Wonho llegó a mis oídos. Sus canciones me marcaron durante ese año de ansiedad, y acabé haciéndome un tatuaje por ello”, explica también Mika, que prefiere utilizar su apodo, algo habitual entre k-popers.Celia, fan de Stray Kids, espera para entrar al concierto, el pasado 22 de julio. Amelia MolinaEsta congregación multitudinaria de adeptos ayuda a reafirmar que la cultura coreana sigue en auge, aunque no extraña tanto después de ver a grupos como Stray Kids o Blackpink llenando estadios este mismo año en nuestro país. Por algo Las guerreras k-pop que se estrenó el pasado 20 de junio, se ha convertido en la película más vista de la historia de Netflix con 236 millones de visionados, y sus canciones aún copan los primeros puestos de las listas de éxitos. Una popularidad que la industria musical coreana no duda en exprimir.“El máximo que he gastado en un concierto de K-pop han sido aproximadamente unos 600 euros”, confiesa Ciel, que también cuenta con álbumes, peluches, lightsticks (varas luminosas que encienden los fans en los conciertos para animar a los artistas)… “Lo que guardo con más cariño son los álbumes de Jonghyun. Me costó mucho conseguirlos”. Habla de uno de los integrantes del grupo SHINee, que se suicidó en 2017, un suceso que abrió el debate de la depresión que sufren muchos de los ídolos coreanos por las presiones a las que se ven sometidos en la industria.Fan sosteniendo ‘lightstick’ especial que se utiliza para los conciertos de Wonho.Wonho, que visita España en solitario por segunda vez, tampoco se libró de estas presiones. Se vio obligado a abandonar el grupo al que pertenecía, Monsta X, en 2019, tras ser acusado de consumo de marihuana en su adolescencia, aunque fue absuelto de estos cargos por la investigación policial y pudo continuar su carrera. “Siento que es el ejemplo perfecto de resiliencia. Le admiro por ello. Si él pudo salir de esos momentos difíciles, los demás también podemos”, afirma Carla, que ha estado haciendo cola desde las seis de la mañana.A pesar de los muchos aspectos en los que el K-pop enriquece la vida de sus seguidores, la mayoría siente que sigue enfrentándose al juicio social y a la carga de estereotipos que simplifican y desvalorizan su afición. “Sigue siendo un estigma y siguen tachándonos de raros, cosa que personalmente me molesta y espero se calme en un futuro”, comenta Carla. Mika, a sus 32 años, comparte esos sentimientos: “Hay gente que no entiende que nos guste esto. Yo pienso que nunca es tarde para tener determinados gustos. Mientras seas feliz y lo pases bien, ¿qué daño haces?”, concluye.Entre estribillos y bailes, el propio Wonho da muestras visibles de emoción. “Mientras cantaba, miraba vuestras caras. Ver vuestras expresiones ha hecho que sienta mucho más la música. Gracias”, sostiene, con lágrimas visibles en los ojos, mientras un traductor sentado a un lado del escenario retransmite el mensaje en español a los asistentes. En ese instante no hay barrera cultural ni lingüística que rompa el vínculo. Canta una última canción buscando la mirada de sus fans: “홀로 헤매던 내게 등대처럼 / 길을 잃을 때마다 날 비춰줬던” (“Brillabas como un faro sobre mí / cuando estuve solo y perdí mi camino”). Frases que también resumen a la perfección lo que su público siente por él.

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