Hay una mujer entre bambalinas que lo hace todo. “He realizado más de 3.000 desfiles en mi vida”, subraya Esther García (Andorra, 58 años), entre ellos muchísimos de la Semana de la Moda de Madrid y la pasarela 080 Barcelona, o la gran puesta en escena de la colección crucero 2023 de Dior en la plaza de España de Sevilla, a los que se suman eventos para firmas como Chopard, Bvlgari, Mango o Loewe. Ella se encarga de la dirección de arte y la producción de estas citas, realiza los castings de modelos, idea escenografías, arquitecturas lumínicas, contrata a carpinteros y soldadores, se asegura de que todo esté en orden sobre la pasarela mientras se ocupa de la regiduría, lejos de los focos. “A lo mejor hubiera sido arquitecta, porque me gusta muchísimo toda la parte de montajes, estructuras…”, comenta mientras repasa su carrera.Esther García, en el patio de su estudio en el barrio de Gràcia de Barcelona. Su empresa, Esma Events, nació en 1997. A finales de 2023 comenzó a buscar un local para su compañía y en mayo de 2024 abrió sus puertas este espacio de estilo industrial, en el que trabajan 12 personas.ANTÁRTICARecuerda que dejó Andorra para estudiar diseño de moda en Barcelona y allí coincidió en clases con Josep Font, para quien años después organizó un desfile en Nueva York y otro en Londres. “Me encanta la moda, pero sabía que no quería ser diseñadora. Cuando estudiaba, una amiga me dijo que en una empresa de eventos que ya no existe necesitaban a alguien para ensobrar las invitaciones, yo tenía 19 o 20 años, y al llegar allí una señora me dijo: ‘No, tú te vienes al departamento de casting’. Y así conocí ese mundo, aprendí cómo contratar a modelos y seleccionarlas. Empecé a trabajar, estuve un tiempo en Londres y al volver me ofrecieron ser directora de casting, hacíamos Gaudí, Cibeles, un desfile de Purificación García en Milán, otro de un colectivo de diseñadores españoles en Düsseldorf…”, relata. Mucho estrés, también instantes cargados de emoción. Entre ellos, el desfile de modelos de la inauguración de los Juegos Olímpicos de Barcelona 92, con Judit Mascó, Inés Sastre o Pat Cleveland: “Fue un momento único, histórico. Esos años había una vibración en la ciudad, organizamos cenas, distintos eventos, y la ceremonia, que fue impresionante. Todas las modelos estaban hiperemocionadas, íbamos detrás del pebetero, recuerdo ver cómo salió la flecha y pasó por allí, no podía parar de llorar”. Y a la vez, estaba preparando una sesión de fotos con la top Claudia Schiffer. “No paraba, porque además iba a salir la revista Woman y hacíamos la portada con ella; por el día trabajaba en los Juegos y por la noche en el contrato de Claudia”. García vivió de lleno la era de las supermodelos de los noventa. “Trabajé con Naomi Campbell, Linda Evangelista… Con todas menos Christy Turlington. Era otra historia. Hoy no hay el mismo impacto. Si te fallaba una no había otra, no era sustituible. Hoy hay modelos-personajes, que no ves tanto en las pasarelas, Kendall Jenner, Gigi Hadid o Kaia Gerber salen en desfiles puntuales, se han creado un personaje alrededor de ellas. Son modelos-celebrities, pero hacen muy poquitas cosas, no es como antes que todas hacían todos los desfiles y las veías en todas las pasarelas más importantes”.Detalles de la vivienda en Barcelona de García. En el baño y en el dormitorio de su piso está presente el arte. “He vivido en tres casas y cuando vi esta supe que era perfecta para mí”, asegura. Antártica¿Es eso lo que más ha cambiado en el mundo de los desfiles desde los noventa? “No, son las redes sociales las que lo han cambiado todo. Antes solo tenía que tener buena luz la tarima de los fotógrafos, ahora todo el espacio necesita buena luz, en un desfile no puede haber nada que no sea fotografiable. Porque todo el mundo tiene una cámara y se ven todos los detalles”, sostiene. También han cambiado los cuerpos y el tipo de modelos que se ven sobre las pasarelas. “En mi mente siempre habido diversidad cultural y castings multirraciales. Y en los últimos años ha habido diversidad de tallas y de edades. Me hace ilusión ver que hoy desfilan modelos con las que trabajé cuando empecé”, explica García, aunque en las últimas semanas de la moda esa diversidad de tallas pueda parecer un espejismo. “Yo empecé a trabajar con el tema de las curvys cuando nació Violeta de Mango, y realmente fue muy complejo encontrar modelos de tallaje grande tanto en España como fuera. No sé qué va a ocurrir en el futuro, pero sí que creo que hay una cuestión de practicidad y de economía”. En 1997 creó su compañía, Esma Events, en la que ahora trabajan 12 personas, entre ellas sus hijos, Coco y Joel, de 27 y 23 años. “Tengo la suerte de que me sigue haciendo ilusión este trabajo, intento sorprender siempre, crear escenografías y puestas en escena distintas. Me intento sorprender a mí misma, creo que si lo consigo podré hacerlo a los demás”, resume, “estoy todo el día con los ojos muy abiertos a todo lo que sucede en el mundo, en teatro, conciertos y desfiles”. ¿Cuál es el desfile más memorable que recuerda? “Muchos. Algunos de Louis Vuitton por la arquitectura que los envolvía, incluso el del décimo aniversario [en marzo de 2024, cuando Nicolas Ghesquière celebraba su década como director creativo de la maison]para el que hicieron una bola impresionante en el Carrée du Louvre”.En su casa, escultura de Santiago Villanueva y dibujo de Txell Miras; sobre el sofá, cuadro de la propia García y, al lado, tres obras de Tere Soler.ANTÁRTICAAtrapada en el instanteGarcía habla rápido, le vienen mil imágenes a la cabeza cuando se explica, dice que no ha perdido la ilusión: “Yo intento disfrutarlo muchísimo, disfrutar la preparación”. En su familia no había nadie relacionado con el mundo de la moda, pero su padre se dedicaba a la construcción, le daba consejos sobre materiales o cómo resolver problemas en algunos de sus encargos. “Lo más complicado que he vivido fue una vez que tenía que montar una carpa en un terreno y no paraba de llover. Era una carpa de 1.000 metros cuadrados, toda de cristal, y el terreno tenía 14 metros de desnivel, tenía que ponerlo liso… Era un evento en un jardín privado, sufrí muchísimo y por suerte mi padre me dijo cómo podía hacerlo. El día del evento hizo un sol radiante, a mí me parecía que estaba viendo una película”, relata. Luego, se desmontó todo; su trabajo está marcado por la fugacidad, lo efímero es su terreno. “Eso da mucha pena, todo lo que hacemos dura muy poquito”, lamenta, “a veces dedicas cinco meses de trabajo para algo que dura 20 minutos, pero bueno, forma parte de esto”.Una pieza que la ha acompañado siempre ha sido su piano.ANTÁRTICACuando se realiza la entrevista, a finales de febrero, acaba de concluir su labor en una nueva edición de la MBFW Madrid, en la que ha trabajado más de 30 años, “desde que se llamaba Cibeles, cuando estaba en el Retiro, en el Palacio de Congresos, ahora en Ifema…”. Solo unos días después viajará a la Gran Gala de la Reina del Carnaval de Gran Canaria, cuyo jurado ha presidido este año. No para mucho en su piso del Eixample barcelonés, en el que se instaló hace siete años. “La vida son casualidades, iba en coche al trabajo, vi un cartel y la inmobiliaria era de una amiga. Fuimos a verlo a la hora de comer, entré, y en todas las paredes ponía mi nombre”. No queda lejos del local de aires industriales en el barrio de Gràcia donde hace un año instaló su empresa. Allí comparten ideas creativas, plantean instalaciones, ultiman proyectos donde los detalles importan: “Yo siempre tengo el nudo en el estómago, porque al final cada evento es un directo que depende de muchas cosas, personas, máquinas… Y quieres que salga perfecto”.La empresaria, en el estudio de Esma Events, donde destaca un cuadro rojo de Jordi Pallares.AntárticaEn su trabajo, ¿es más importante la creatividad o la capacidad organizativa? “Creo que van de la mano, pero en los desfiles para mí la colección es lo más importante”. Opina García que eso es algo que también ha cambiado, no solo importa el espectáculo, sino los resultados: “Evidentemente, las marcas quieren vender, hoy hay una mentalidad de que tienen que ser comerciales. Antes había diseñadores que hacían un superdesfilazo con cosas muy extravagantes, hace 10 o 15 años, y la gente decía: ‘¿Quién se lo pone?’. Ahora se hacen piezas especiales para el desfile, pero dentro de la línea de la filosofía que está presentando el resto de la colección. Y se conjugan las dos partes, que es donde está el mundo ahora, en general en todo. Hay que ser funcional. Ya no sirve vender humo. Y la comunicación tiene que ser muy buena, cualquier cosa que hagas hay que comunicarla bien. Es muy importante tener identidad”.Imagen del comedor del estudio.ANTÁRTICACon el confinamiento de la covid los desfiles se interrumpieron, se buscaron nuevas fórmulas, renacieron los fashion films, se predicó una ralentización de la moda —con menos estrés y temporadas— que no cuajó. Hoy, se siguen sucediendo semanas de la moda, desfiles crucero… ¿Nunca desaparecerán las pasarelas? “Desde hacía años la gente decía que había que inventar otros formatos, que los desfiles estaban caducos. Durante la pandemia se hicieron virguerías, pero había tanta información en los móviles, tablets y ordenadores que a la gente no le daba la vida. En cambio, con un desfile en directo, hay una convocatoria en un día puntual, a una hora concreta. Es al instante y todo el mundo se fija en ello. El momento de apagar las luces, con el público, y de que empiece la música y salga la modelo no lo sustituye el digital”.

Esther García: “Las redes sociales lo han cambiado todo, en un desfile no puede haber nada que no sea fotografiable” | Placeres | S Moda
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