José Escolar, Valverde, Adolfo Martín, Cuadri, Hernández Pla, Saltillo, La Quinta, Dolores Aguirre, Miura… Al finalizar el paseíllo, la Asociación de Aficionados Céretanos (ADAC) enumeró a través de la megafonía de la plaza la hoja de servicios de Fernando Robleño en Céret, a lo largo de sus veinticinco años como matador de toros.Más informaciónRobleño, el pequeño gran hombre, el último ídolo de una de las plazas más exigentes y “toristas”, se despedía de la afición que le ha visto cosechar algunos de sus mayores éxitos como torero. Y Céret quiso reconocer tan admirable trayectoria en forma de respeto y cariño. No solo le recibieron y despidieron con una cerrada ovación en pie, sino que le entregaron la más importante insignia de la ciudad y le obligaron a dar una vuelta al ruedo de clamor tras la muerte de su último toro.Fue una pena que la muy seria, bella e imponente corrida de Sobral, tan noble como sosa y descastada, no participara del homenaje. Tras la interesante corrida del año anterior, la divisa portuguesa lidió un encierro muy armado por delante, con cuajo y remate (salvo el segundo), variado de capas, que acudió al caballo, sin terminar de emplearse, y al que le faltó fondo, casta y transmisión en el último tercio. Solo primero y quinto, en distinto estilo, aportaron algunas dosis de emoción a la tarde.El pavo que abrió plaza, de enorme trapío, y que derribó al picador tras estamparlo contra las tablas en el primer encuentro, tuvo poder y nobleza, aunque no terminó de romper ni repetir en la muleta de Curro Díaz. El de Linares, colocado casi siempre al hilo, no pasó de aseado, aunque dejó un puñado de naturales de estimable gusto. Poco o nada dijo frente al cuarto, que tuvo calidad y nobleza, pero exiguo fondo.El que no tuvo clase, pero sí poder y movilidad fue el manso quinto, de gran alzada, y que demostró desde el principio las muchas ganas que tenía de volver a la paz de la dehesa. Después de varias y descaradas miradas a las tablas, logró saltar al callejón tras perseguir a César del Puerto, que salía de un par de banderillas. Lamentablemente para el de Sobral, su intentona de escapada no pasó de ahí. Robleño, que no había tenido opción con el desfondado segundo, un completo marmolillo, solventó la papeleta con oficio, aunque perdiendo muchos pasos y sin confiarse. El animal se movió, pero sin entrega alguna y saliendo siempre con la cara por las nubes. No fue precisamente el toro soñado para tan señalado día.Más firme y asentado anduvo toda la tarde Juan de Castilla, que se esforzó de veras ante un lote sin emoción alguna por su sosería y falta de casta. Aunque no fue posible la ligazón, logró algunos muletazos meritorios por su largura y templanza, y aguantó sin inmutarse algunos parones y miradas de esos que hielan la sangre.Derechazo de Robleño al quinto toro de la tarde.Philippe Gil MirSe despidió Robleño, el héroe, de Céret, y la cuestión es la siguiente: ¿Habrá alguien capaz de igualar su historial en esta plaza? Difícil…Triunfo del joven VilauLa primera corrida de la feria de Céret, prevista para el sábado por la tarde, tuvo que ser suspendida por un tremendo aguacero que cayó desde el mediodía hasta la hora del inicio del festejo. Estaban anunciados Damián Castaño, Maxime Solera y Cristóbal Reyes, que iban a dar cuenta de una corrida de Saltillo.Sí se pudo celebrar, en la mañana del domingo, la tradicional novillada que esta vez llevó el hierro de Quintas (encaste Martínez). El jovencísimo Mario Vilau, de dieciocho años, y natural de L’Hospitalet de Llobregat (Barcelona), a pesar de su escaso oficio (era su tercera novillada), demostró valor y buen concepto, y salió por la puerta grande tras cortar una oreja a cada uno de sus novillos.El encierro de Quintas, de buena presencia y llamativa lámina (la mayoría fueron berrendos en negro aparejados, capa típica de esta casi extinta sangre), acudió a los caballos, aunque le faltó empuje, y tuvo nobleza, pero, en general, adoleció de falta de casta. Sí resultaron interesantes los encargados de abrir y cerrar plaza, especialmente este último, un sobrero del mismo hierro, que tuvo casta y transmisión.Sobral / Díaz, Robleño, De CastillaToros de Sobral, muy bien presentados, de gran seriedad, bella lámina y variada de capas, cumplidores en los caballos y nobles, pero descastados. 1º interesante y duro, aunque sin entrega; manso y deslucido el 5º.
Curro Díaz:: pinchazo y estocada corta desprendida (saludos); estocada desprendida y tendida (silencio).
Fernando Robleño: media delanterilla y caída (silencio); pinchazo y bajonazo (vuelta de despedida).
Juan de Castilla: estocada desprendida (silencio); estocada desprendida, trasera y contraria (silencio).
Plaza de toros de Céret (Francia). Domingo 13 de julio. 3ª y última de abono. Lleno.

Feria de Céret (Francia): Céret despide con honores a Fernando Robleño, su último ídolo | Cultura
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