Corridas como la de hoy deberían estar prohibidas; toros como los de hoy, castigados por un largo tiempo, y toreros como Castella y Perera, amonestados.Faltaban poco más de quince minutos para las diez de la noche cuando Daniel Luque acababa con el sexto de la tarde. Habían transcurrido casi dos horas y cuarenta y cinco minutos desde que se inició el paseíllo, y daba la impresión de que el festejo había durado más, mucho más que Lo que el viento se llevó, pero sin interés alguno, con una somnolencia insoportable, con un aburrimiento total.La corrida de Alcurrucén ha sido mala de solemnidad; fachada solo fachada de unas moles de carne huecas de bravura, de fiereza, de fortaleza y de casta. Toros mansos en los caballos, con las caras por las nubes, huyendo de la pelea, parados la mayoría en banderillas, y sin vida, sin gracia alguna, descastadísimos, sosos, sin raza ni entrega en la muleta.Con este material torista se espera que tres figuras del toreo ofrezcan una lección de oficio, de ideas claras, de conocimiento y actitud para que el público asistente no eche de menos la siesta que se ha perdido.Tres figuras no hacen el ridículo de estar en el ruedo molestando a todos con un toreo superficial, ventajista, soporífero, y muy por debajo de las pésimas condiciones de sus oponentes.Especialmente oscuras y olvidables han sido las actuaciones de Castella y Perera; es difícil ser más pesados que ambos esta tarde. Cuando el torero francés tomó la muleta en el que abrió plaza ya flotaba la impresión de que el hastío sería la nota dominante. Y no hubo momento para el error. El toro no mostró celo alguno, pero el torero se contagió y anduvo despegado, perfilero y ventajista. Noble fue el sobrero que hizo cuarto, Castella brindó a la concurrencia, y si no lo avisa el presidente aún anda por allí dando mantazos insufribles. Qué labor más larga, insulsa, desigual, desordenada…Tampoco Perera ha tenido un día brillante. También cargante, muy pesado, en su primero, manso también, que embestía con escasa limpieza y la cara suelta al final de cada muletazo. No consiguió el torero entenderse con su oponente, y también le avisaron de que ya se estaba haciendo tarde para la cena; y mató mal, casi tan mal como al quinto, al que pinchó hasta tres veces de mala manera. En este fue molestado por el viento, tampoco dijo nada y durmió a las ovejas.Más entonada fue la disposición de Luque, firme, suficiente, aseado, y sin encontrar lucimiento en la muy pobre calidad de sus dos toros. Más comprometido que sus compañeros, pasó de puntillas ante su primero, y se esforzó con el sexto, al que robó algunas tandas en las que combinó muletazos con ambas manos y largos pases de pecho que tampoco consiguieron despertar al muy dormido tendido a aquellas horas.Lo dicho, corridas así deberían estar prohibidas… Alcurrucén/Castella, Perera, LuqueToros de Alcurrucén, -el cuarto, devuelto-, bien presentados, mansos, sosos y muy descastados; sobrero de Zacarías Moreno, astifino, manso y noble.
Sebastián Castella: estocada trasera y baja (silencio); _aviso_ estocada baja y trasera (ovación).
Miguel Ángel Perera: _aviso_ pinchazo, estocada atravesada que hace guardia y dos descabellos (silencio); tres pinchazos, media tendida _aviso_ y un descabello (silencio).
Daniel Luque: media desprendida (ovación); estocada tendida _aviso_ (silencio).
Plaza de Las Ventas. 22 de mayo. Duodécima corrida de la Feria de San Isidro. Lleno de ‘no hay billetes (22.964 espectadores, según la empresa

Feria de San Isidro: Desesperante sopor en Las Ventas | Cultura
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