La corrida había despertado una enorme expectación -un nuevo cartel de ‘no hay billetes’-, pero los toros, y también los toreros, rompieron todo atisbo de esperanza. Los primeros, por su mansedumbre e insípida nobleza, y los de luces, porque otra tarde más faltó dar un paso más, y no tirar solo de oficio para solventar papeletas incómodas e insuficientes para el triunfo rápido.Pero en las casi dos horas y media de corrida, hubo momentos para la recreación del toreo clásico, añejo, de otra época ya prácticamente desaparecida. Y surgió de las muñecas de un torero veterano, criado en la escuela taurina de los años 90, con muchos toros a sus espaldas y una vívida experiencia que le concede el título de maestro.Jose Ignacio Uceda Leal cumplirá 30 años como matador de toros en octubre de 2026, parece que la de hoy ha sido su corrida número 73 en Las Ventas, y aunque se prodiga poco en los ruedos se le nota el oficio, cómo tiene asimilado el toreo verdadero y, con cuentagotas, lo volvió a mostrar esta tarde.Brindó al público la faena del cuarto, al que inició la faena de muleta con dos largos ayudados por alto y un pase del desdén que hicieron abrigar ilusiones. La nobleza del animal le permitió una tanda corta de muletazos con la mano derecha poco ceñidos, y otra, posterior, de naturales, un par de ellos largos y templados. Ayudados por bajo y unos adornos finales dieron paso a una eficaz estocada algo caída que le permitió pasear una oreja. Un trofeo, quizá, de poco peso, pero es verdad que la labor de Uceda, si no completa, fue la expresión del clasicismo, por su forma de andar por la cara del toro, por la forma de mover el engaño, por su serenidad… Le faltó ceñimiento, pero ahí quedó su torería cimentada en tantos años de profesión. Torería que no pudo mostrar en su primero, muy soso, ante el que no expuso nada, siempre a la defensiva, y al que mató de nuevo con eficacia.Daniel Luque, todo conocimiento, se enfrentó en primer lugar, a un deslucido toro de peligro sordo, soso y de embestida incierta y a media altura, con el que estuvo solo correcto y suficiente. Raúl Caricol y Jesús Arruga saludaron tras un brillante tercio de banderillas, y Juan Contreras también fue aplaudido tras parear al quinto, de largo recorrido en el inicio de muleta, pero desfondado con rapidez. Luque supo estar solvente, sin que su labor llegara a levantar el vuelo porque el matador no dijo lo esperado y porque el toro se desinfló.Y a punto estuvo Emilio de Justo de escuchar el tercer aviso ante el sobrero sexto, el más encastado hasta la mitad de faena de muleta, que el diestro alargó innecesariamente en la búsqueda de un triunfo que impidió la sosería de su oponente. Una faena de más a menos, brindada al público en la creencia general de que mantendría la movilidad que mostró en banderillas. Pero, no. De rodillas inició De Justo la faena, y solo pudo dar dos derechazos porque la casta del toro le obligó a recobrar pronto la verticalidad; la ilusión duró muy poco, y el tiempo fue largo, tanto que faltaron solo unos pocos segundos para que el sobrero retornara al corral. Con cinco muy aceptables verónicas recibió al tercero, y largos muletazos iniciales con la pierna flexionada, y de nuevo la ausencia de codicia hizo el resto.Luque, De Justo y el propio Uceda optaron por el toreo despegado, sin cruzarse apenas, y el hambre se unió a las ganas de comer para que la corrida fuera un aburrimiento con los apuntes de clasicismo del más veterano.¿Y el público? Lo más moderno del festejo. Sin razón que lo justificara, a excepción del primer toro, todos los demás fueron despedidos con palmas. ¿Por qué? Nada se sabe. Solo el quinto cumplió en varas, y todos derrocharon sosería y falta de casta en el tercio final. ¿A qué venían, entonces, esas cariñosas despedidas?La Quinta/Uceda, Luque, De JustoToros de La Quinta, -el sexto, devuelto por inválido y sustituido por otro del mismo hierro-, correctos de presentación, mansurrones, sosos y descastados; el segundo, con peligro sordo. A excepción del primero, todos fueron despedidos con palmas. 
Uceda Leal: estocada algo caída (silencio); estocada (oreja).
Daniel Luque: estocada trasera _aviso_ (silencio); estocada trasera (silencio).
Emilio de Justo: pinchazo hondo _aviso_ y un descabello (silencio); dos pinchazos _aviso_, pinchazo _2º aviso_ y dos descabellos (silencio).
Plaza de Las Ventas. 18 de mayo. Novena corrida  de la Feria de San Isidro.  Lleno de ’no hay billetes’ (22.964 espectadores, según la empresa). Festejo conmemorativo del 120 aniversario de la Real Unión de Criadores de Toros de Lidia (RUCTL).

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