En la puerta se saludaban una pareja inglesa y tres norteamericanas, cinco personas con pulsera del Primavera Sound. Otra cosa las unía y facilitó su conversación, se habían comprado en el festival la camiseta de la instalación Unsilence Gaza. Estaban a punto de presenciar al último concierto que el trío norirlandés de rap Kneecap ofrecía antes de que uno de sus miembros, Liam Óg Ó hAnnaidh (Mo Chara en el mundo del arte) comparezca en un juicio acusado por la policía londinense de ofensa terrorista por haber lucido una bandera de Hezbollah en un concierto en la capital inglesa. Antes habían impulsado un boicot al festival South by Southwest de Austin por sus implicaciones, aceptadas por el mismo evento, con la industria armamentística norteamericana que suministra armas a Israel. Sólo faltó una película, financiada por Michael Fassbender, dirigida por Rich Peppiatt y con varios premios en festivales para que el trío alcanzase notoriedad, luego de haber manifestado en Coachella su solidaridad con Palestina. El Primavera los unió a su cartel este domingo y ahí estaban, cerrando el festival dentro de la sección Primavera A La Ciutat.La sala se llenó, y aún hubiesen llenado salas más grandes. Entre otras cosas porque Kneecap no son unos plúmbeos defensores de ideas políticas, la cultura irlandesa, su idioma y la defensa de los pueblos bombardeados y las minorías nacionales oprimidas, sino que además son chavales como cualquier otro y les gusta divertirse, hacer bromas, beber cerveza, ligar y cuando toca, estimularse, tal y como cuentan en su película. De hecho iniciaron el concierto con el mismo tema que abre su último disco, 3CAG, palabra en argot para definir el MDMA. Esa falta de seriedad política, la construcción de un nuevo lenguaje, la ausencia de esa actitud que sesudamente indica a la audiencia la importancia de lo que el artista está diciendo y su humor desacomplejado y autoparódico conecta directamente con un público que como ellos no casa con la gravedad de sus mayores. De otra manera, llamarse Kneecap (rótula, pero también argot para señalar la forma de castigo del IRA contra traficantes e infiltrados, un tiro en la rótula) generaría ceños muy fruncidos. Es más, durante el concierto, Kneecap, deslenguados bromistas, preguntaron si nevaba en Barcelona, otra mención, en este caso nasal. Drogas y conciencia política han sido por lo general antitéticas, tanto en España como en Irlanda del Norte.Pero Kneecap no sólo son unos chavales políticamente activos, son también una excelente banda. Su público no es idiota, hoy en día no basta un discurso para vender discos y llenar salas, haciendo falta que ese posicionamiento sea sostenido por una música que lo amplifique. Y eso demostró el trío en escena, una vitalidad, una fuerza y un empuje rítmico a tenor de la velocidad de sus recitados, mezclando gaélico irlandés con inglés hasta crear un imparable aluvión de palabras. Los ritmos, que disparados por un profesor que empezó a usar pasamontañas para no ser reconocido, van desde los acentos electrónicos de rave hasta al hip-hop tradicional, todo ello con unas formas y empuje punk, fueron en Apolo los responsables de que la sala se estremeciese y el público se desgañitase hasta la afonía cantando sus letras. También los independentistas catalanes allí presentes, que celebraron con estrépito el saludo en catalán de Kneecap al iniciar el concierto y más tarde gritaron “independència”. Kneecap, que no saben catalán, no se sumaron al grito, preguntaron más tarde cómo se decía gracias en el idioma de Espriu, alguien les dijo que “merci”, ellos dijeron, “vaya, como en francés” y si nadie lo corrige se irán de Barcelona creyéndolo. Alborozo total y calor humano. Incomprensible como los que entre el público llevaban pasamontañas no acabaron con el cerebro licuado. Concierto del grupo irlandés Kneecap en la sala Apolo de Barcelona. Foto: Gisela Jané/Primavera SoundGisela Jané/Primavera SoundLas banderas palestinas no faltaron, así como la explícita acusación a Israel por el genocidio que está perpetrando en Gaza, mientras temas como I bhFiacha Linne, Better Way To Live, Your Snnifer Dogs Are Shite –tus perros rastreadores son una mierda-, Guilty Conscience o Hood, eran las palmetas que sacudían al público, alfombra que dejaba ir el polvo en forma de baile y gritos de entrega. Entre ellos, Maggie is in the box (Margaret Tatcher está en el ataúd) fue el más coreado junto a “Free Palestina”, así como el estribillo de Get Your Brits Out reclamando la salida de los ingleses de Irlanda del Norte. Reivindicación, fiesta, política, drogas, protesta, resistencia cultural, conflicto lingüístico, humor y parodia. Y en el fondo una advertencia que expresan en su película: “A veces el cambio llega como un ruido de fondo, como una roca empujada por un acantilado que no se puede controlar. Pero al caer va a chocar contra algo y te puedo asegurar que lo destrozará”.

Kneecap en el Apolo de Barcelona: Resistencia cultural, humor, pasamontañas y activismo político | Noticias de Cataluña
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