María —que pide no dar su apellido—, sevillana de 30 años, tenía un contrato posdoctoral en Suecia, donde vivía con su marido, también de Sevilla, cuando en noviembre de 2023 vio la convocatoria de la Junta de Andalucía de unas ayudas para que los investigadores posdoctorales pudieran continuar su labor científica en esa comunidad que garantizaban, además, su estabilización. Era una oportunidad única para que ella y su pareja pudieran evolucionar en sus carreras profesionales y desplegar su vida en común en su tierra con el apoyo de su familia. Más de un año después, esa subvención sigue sin resolverse, la adjudicación provisional se publicó en noviembre del año pasado —un año después de la publicación oficial de las bases— y María y su chico viven cada uno en casa de sus respectivos padres. En este tiempo, ella ha rechazado nuevos contratos en Suecia y, para no comprometer futuras becas para continuar con su carrera investigadora, sigue colaborando en el país escandinavo y con la Universidad de Sevilla, pero de manera gratuita. “Si me dicen que iba a tener que estar medio año sin cobrar, lógicamente hubiera aceptado las ofertas suecas”, reconoce.Como ella, los alrededor de 400 aspirantes que o bien han sido seleccionados (129), están en reserva o han reclamado su posición en esa adjudicación provisional, han visto sus expectativas profesionales y personales truncadas por la demora del Gobierno de Andalucía en resolver una convocatoria que había sido tramitada por la vía de urgencia y que debería haberse solventado en tres meses. Están sumidos en una incertidumbre que muchos no esperaban y que, en algunos casos, como el de María, ha recrudecido la situación de precariedad en la que viven.“La fase para presentar las solicitudes terminó el 2 de abril de 2024 y desde entonces cada vez que hemos consultado a la Consejería de Universidad nos han dicho que todo se iba a resolver en breve, pero de abril a noviembre pasaron siete meses y desde entonces ya han pasado otros cinco”, explica Manuel —que también prefiere no dar su apellido—. Está apurando su último mes de contrato en una universidad alemana, donde sigue a la espera de que se confirme definitivamente su plaza como investigador en la Universidad de Almería y poder estrenar el piso que se acaba de comprar con su pareja. “Al haber aceptado, no he estado buscando otras ofertas de trabajo ni he pedido ampliación en el mío, pero lo que nos habían dicho que se iba a resolver a principios de año, se está demorando. Nosotros necesitamos una planificación que ahora mismo no tenemos”, indica. “Mi miedo es quedarme sin empleo”.Desde la Consejería de Universidad explican que la resolución definitiva está al caer y que el asunto está pendiente de fiscalización y se ha demorado por la falta de inspectores, la misma explicación que han ofrecido a todos los aspirantes, coinciden los investigadores consultados. “Mi pareja es beneficiaria de una beca Marie Curie, que es para posdoctorados de toda Europa, la solicitud se hizo en septiembre y la resolución definitiva en febrero, si a nivel europeo se puede gestionar, cómo no se puede hacer para 200 plazas de la Junta”, se pregunta Manuel.La misma pregunta que le hacen a Jorge —nombre ficticio— en la universidad extranjera a la que ha tenido que regresar, después de renunciar junto con su mujer a un contrato de tres años allí, para instalarse en Sevilla, a donde llegaron en Navidades, pensando que la resolución definitiva se haría a principios de año. Ella sigue en la ciudad hispalense y él tiene que compartir una habitación en otro país. “Como ha pasado el tiempo y aún no se ha confirmado mi plaza, he tenido que volver, pero aquí saben que me voy a ir, y no paran de preguntarme cuándo para que pueda incorporarse mi sustituto”, indica.Estas ayudas fueron muy bien recibidas por la comunidad de investigadores posdoctorados que se encontraban en el extranjero. Sus condiciones —experiencia mínima de dos años fuera de España; no se exige presentar ningún proyecto concreto; se posibilita tener personal a cargo o adscribirse a cualquiera de los proyectos de investigación de las universidades andaluzas y se asegura la ansiada estabilidad, garantizando que su puesto sería luego consolidado con una plaza de ayudante doctor— se consideraron por este colectivo, habituado a la precariedad y a depender de que sus proyectos tengan financiación, como una oportunidad valiosa y extraordinaria por lo inusual, porque a diferencia de otras comunidades, Andalucía no ofrece de manera periódica este tipo de contratos. “Era la forma perfecta para regresar a mi tierra y además tener estabilidad, más allá de que este tipo de convocatorias no son usuales en Andalucía, así que no sabía cuándo podría volver a surgir una opción así”, indica María.Fuga de talentoSin embargo, el retraso de la Junta, además de indefensión, no solo está interrumpiendo su carrera en el ámbito de la investigación —imprescindible para poder seguir optando a becas—, sino que está retrasando la incorporación de estos investigadores, con experiencia internacional y una formación de alto nivel, al sistema científico andaluz. “También hemos pasado el filtro de las universidades, que en muchos casos ya contaban con nosotros para incorporarnos a sus proyectos”, indica Rocío Martínez. Ella había terminado su contrato en una universidad en Bruselas y estaba en Santiago de Compostela cuando tuvo conocimiento de la convocatoria de la Junta y decidió presentarse porque tenía familia aquí. “Contacté con un grupo grande de la Universidad de Córdoba y quedamos en colaborar en nuevas líneas de investigación si la conseguía”, indica. En la adjudicación provisional se quedó como reserva, pero, consciente de lo anormal del procedimiento, decidió buscar alternativas y presentarse a otra convocatoria en la Universidad de Cádiz que, aunque salió más tarde, ya se ha resuelto y en la que ha obtenido plaza.El consejero de Universidad, José Carlos Gómez Villamandos, y el presidente de la Junta de Andalucía, Juan Manuel Moreno.MARÍA JOSÉ LÓPEZ/EUROPA PRESS (MARÍA JOSÉ LÓPEZ/EUROPA PRESS)Martínez advierte de cómo esta situación de impasse está perjudicando también a los propios grupos de investigación de las universidades. “Se ven forzados a reestructurar o incluso detener líneas de trabajo esenciales para el avance científico y tecnológico de la comunidad”, indica. No es el caso de María que, precisamente, como se había comprometido con uno de esos equipos, está trabajando con ellos, “pero sin cobrar”. “Todo este tiempo pasado es también una pérdida de eficiencia para las universidades, en estos meses se ha hecho la ordenación docente para el curso que viene y como yo aún no existo, no puedo incorporarme”, indica Manuel, por su parte.El transcurso de tanto tiempo y las duras negociaciones de los últimos meses entre los rectores de las universidades públicas andaluzas y la Junta para garantizar la financiación extraordinaria ha vuelto escépticos a muchos de estos aspirantes sobre la posibilidad de que su plaza vaya a estabilizarse en el futuro. “No tiene nada que ver esa negociación con la resolución de esta convocatoria”, precisa María José Polo, vicerrectora de Investigación de la Universidad de Córdoba, pero añade: “Pero en este caso la plaza para estabilizar es la de ayudante doctor que, en el caso estos solicitantes se queda corta en comparación con su larga experiencia y currículo brillante, lo más equilibrado para su nivel hubiera sido que se tratara de plazas de profesor contratado permanente”.La vicerrectora, que también relata casos de aspirantes que están preguntando si las universidades saben algo de la resolución porque no tienen claro cuándo mudarse, tiene que claro que la demora, antes que a los proyectos que ya se habían organizado para contar con estas personas, afecta a los investigadores: “Esa es la principal consecuencia, porque la calidad de una institución se mide por la calidad de las personas que trabajan en ella”.Rocío ha renunciado a su plaza y cuenta que, como ella, otros compañeros han acabado haciendo lo mismo, con la consecuente fuga de talento. Esta circunstancia quizás pueda acabar beneficiando a Cristina Pallero, que se quedó a las puertas de estar en la reserva y que ha reclamado la puntuación que le han otorgado por su experiencia. “A mí me ha perjudicado el carácter multidisciplinar de mi formación, me he doctorado en Gestión y Conservación del Mar, pero he hecho la transición a la parte más de ciencias sociales, y el hándicap de haber sido madre durante mi época de posdoctorado, lo que hace que tenga menos publicaciones y trabajos en comparación para valorar”, explica. En este tiempo de espera se acaba de quedar en el paro al terminar su proyecto en el CSIC, en el Instituto de Ciencia Marina de Andalucía, porque, el otro que se pidió “se perdió por otra convocatoria de la Junta que también está empantanada”. Su situación de inestabilidad, lamentablemente, advierte, “no es una excepción, sino una brecha en el sistema”.

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