Hay sesgos que no tenemos miedo de expresar: unos prefieren al Real Madrid y otros al Barça. Pero algunos sesgos producen vergüenza, como que pensemos que las mujeres son menos capaces profesionalmente o es más probable que los negros delincan. Y muchas veces, los sesgos que hacen elegir a una persona o a otra para un empleo son inconscientes. Hasta los años 90, no había un nombre para definir estos prejuicios que estaban por todas partes. “Tony Greenwald y yo decidimos llamarlos sesgos implícitos”, recuerda Mahzarin Banaji (Secunderabad, India, 69 años), que hace unos días visitó Bilbao para recibir el Premio Fundación BBVA Fronteras del Conocimiento en Ciencias Sociales.Junto a Greenwald, creó un test para evaluar los sesgos implícitos. Querían que fuese una herramienta de autoconocimiento con la que construir una sociedad más justa, y también les dio sorpresas desagradables. “En mi test, ¡muestro un sesgo negativo hacia personas de piel oscura! Eso me impactó”, dice la catedrática de Harvard. Pregunta. Hoy, la idea de que existen sesgos de los que no somos plenamente conscientes forma parte de la cultura popular.Respuesta. ¡Absolutamente! Hasta un conductor de Uber en Boston me dijo: “¡Ah, hice tu test!”. En EE.UU. ya es parte del lenguaje. Aunque la Administración Trump lo prohibió.P. ¿Prohibieron el término?R. Sí. Está en una lista de palabras vetadas para el gobierno federal y universidades. Pero la gente lo sigue usando. P. El ser consciente de estos sesgos implícitos, ¿no supone exponernos a un riesgo de sobreanálisis, de quedar bloqueados por nuestras dudas de si estamos siendo justos con otras personas?R. ¡Es un riesgo! Por eso recomiendo no hacer formación en diversidad obligatoria. Si fuerzas a la gente a hacer el test, es contraproducente. Nosotros lo advertimos 5 veces antes de hacerlo: “Quizá no deberías”. Debe ser voluntario.P. Quizá a la gente le molesta que se pongan en dudas sus instintos y que luego venga alguien de Harvard y les diga cómo deben pensar.R. Sí, creo que tiene razón. Yo diría: puede que sea de Harvard, pero no te voy a decir nada… a menos que tú quieras saberlo.P. Entonces, ¿piensa que este conocimiento es necesario y tiene implicaciones prácticas?R. Totalmente. Creo que no se puede ser un buen líder, no se puede dirigir un equipo en una sociedad multicultural, si no se conocen estos hechos. Sería como decir: “No hablo el idioma de mi cultura.” Uno no puede ser competente si no habla el idioma de su cultura. Conocer los sesgos y entenderlos es ahora parte de ese lenguaje.P. Pero hay líderes muy competentes, al menos en términos de resultados para sus empresas, como Elon Musk o Peter Thiel, que están entre los hombres más ricos del mundo, y representan justo lo contrario.R. Sí, Elon Musk es un buen ejemplo. Claramente, ocurrieron ciertas cosas que lo llevaron a ser el hombre más rico del mundo. Si usas eso como medida de éxito, dirías que es la persona más exitosa del mundo. Pero estamos hablando de alguien que ni siquiera puede aceptar a su hija trans. Para mí, si no puedes hacer eso, eres un absoluto fracaso como ser humano, o si decides apoyar a una persona con los valores que representa Donald Trump. Cuando hablamos de alguien “competente”, puede que lo sea en un aspecto concreto, pero eso no significa que sea socialmente inteligente o moralmente inteligente.P. Usted plantea que si llegamos a comprender nuestros sesgos, seremos mejores eligiendo a las personas adecuadas para los trabajos, a las más competentes. Si esto fuese así, las personas que conociesen y controlasen sus sesgos y las compañías que incentivan esas actitudes tendrían más éxito, y de una forma natural este tipo de pensamiento se impondría. Pero no parece que sea eso lo que está sucediendo.R. Bueno, sí y no. Para empezar, incluso si eres una persona que actúa sin sesgos, recuerda que estás operando dentro de una cultura más amplia que tiene una enorme cantidad de sesgos. Hay dos razones por las que uno podría querer prestar atención a nuestros datos. La primera es que, sea cual sea tu sistema de valores, es bueno para el negocio. Yo soy profesora y tengo sesgos en mi aula. Llamo a los estudiantes que se sientan en la primera fila y no a los del fondo, porque creo que los estudiantes que se sientan atrás no son buenos estudiantes. Así que me estoy perdiendo las opiniones de esos chicos. Ahora tengo a alguien sentado en el fondo observando y contando a quién llamo. Me dice: “Mahzarin, estás llamando mucho más a los del lado derecho del aula que a los del izquierdo”. Si cambio eso, cambia la discusión. Así que mi negocio —que es la educación como profesora— mejora, porque empiezo a notar que estoy excluyendo sistemáticamente algunas voces y privilegiando otras, y eso no es bueno para mi trabajo. Tanto si eres un empresario como un profesor, es bueno para el negocio. Y creo que eso podemos demostrarlo.La segunda razón es que todos los seres humanos, por muy distintos que seamos, queremos vivir de una manera en la que nuestro comportamiento sea coherente con nuestros valores. Mis valores me dicen que debo ser igualitaria. La mayoría de las personas a las que preguntes dirán: “Quiero ser justo. Quiero ser equitativo. Quiero elegir a la mejor persona”. Si podemos mostrar, como muestran nuestros datos, que nuestro comportamiento no es coherente con nuestros valores, entonces creo que, más allá de si es bueno o no para el negocio, todos quieren saberlo. Por eso creo que la gente visita nuestro sitio web: porque se pregunta “¿Estoy comportándome como deseo comportarme, o de alguna forma mi comportamiento no se alinea con mis valores?”.P. ¿Cuál de sus propios sesgos le sorprendió más?R. Uno de ellos muestra que no puedo asociar fácilmente a una mujer con una carrera profesional. Y tampoco puedo asociar al hombre con el hogar tan rápida y fácilmente como puedo hacer lo contrario: hombre con carrera, mujer con hogar, eso me resulta fácil. Pero mujer con carrera, hombre con hogar, eso no me sale con naturalidad. Y tengo ese sesgo, a pesar de que siempre he tenido una carrera profesional. Mi madre en la India también tuvo una carrera. ¿Por qué eso no se refleja? Porque la huella cultural está impresa en mi cerebro.No me gusta este sesgo. He hecho mucho trabajo para intentar entender qué puedo hacer. Pero, por alguna razón, no me molesta tanto como me molesta mi sesgo racial. Blanco y negro. Bueno y malo. Para mí, blanco es bueno, negro es malo. No puedo vivir con ese sesgo. Ese sí que me angustia de verdad.DVD 1271 FDA (19 06-25-) 1010 Mahzarin Banaji Premio Fundación BBVA Fronteras del Conocimiento en Ciencias Sociales en la sede de la Fundación BBVA en BilbaoFERNANDO DOMINGO-ALDAMAP. Pero los sesgos a veces nos ayudan a tomar decisiones más rápido en situaciones complicadas. Si te encuentras con alguien en un callejón oscuro, el nivel de alerta no es el mismo si es un hombre que si es una mujer. Eso puede ser útil.R. Si tuviéramos que tomar estas posiciones desde un punto de vista político, siempre diríamos que el sesgo es malo, porque políticamente no es aceptable decir lo contrario. Pero si eres científica, tienes que mirar los datos y ver cuándo un sesgo puede ser bueno.Así que empecemos con algo simple: ¿qué es un sesgo? Una definición de sesgo es que es una desviación de la neutralidad. Imagina que hay dos cosas: podría ser hombre y mujer, pero vamos a decir carne y verduras. Ser imparcial significaría que me gustan ambas por igual. Pero si me inclino hacia un lado, prefiero la carne; si hacia el otro, prefiero las verduras. Si tengo un sesgo a favor de las verduras, eso es muy bueno para mi salud y probablemente es bueno para el planeta.Así que el primer punto que quiero destacar es que ser neutral no siempre es lo mejor. Hay que decidir. En este caso, la neutralidad puede no ser tan buena como tener un sesgo a favor de las verduras (o de la carne, según el caso). Ahora el segundo punto —y esto es muy importante cuando hablamos de humanos, de cómo nos relacionamos como individuos, pero también como grupos dentro de una cultura o entre países— es que muchos de los sesgos que tenemos hoy hemos evolucionado para tenerlos.Entre nuestros ancestros, hace mucho, mucho tiempo, aquellos que tenían un tipo de biología que les permitía almacenar azúcar y grasa sobrevivían. ¿Por qué? Porque en aquella época había escasez de alimentos, y si tu cuerpo podía tomar un poco de azúcar o grasa y almacenarlo, podías andar 80 kilómetros más. Y nosotros estamos vivos hoy porque descendemos de esas personas cuyo cuerpo podía guardar azúcar y grasa. Pero hoy, esa misma capacidad de almacenar azúcar y grasa nos está matando. Porque el mundo actual está lleno de azúcar y grasa.Yo diría que nuestros sesgos, ya sean raciales, de género, de sexualidad, de discapacidad, corporales… sirvieron para algo en el pasado. Si grupos de personas vivían en lados opuestos de una montaña, y veías a alguien del otro grupo, era mejor correr o matarlo. Porque lo más probable es que ese encuentro no acabara bien. Así que, en ese contexto, ver a alguien distinto y tratarlo como enemigo era adaptativo. Hoy, en el mundo en que vivimos, si ves a alguien muy diferente a ti, lo que deberías decir es: “¿De dónde eres? ¿Puedo subcontratar a tu gente y hacer negocios a menor coste?”. Lo que funcionaba en el pasado, hoy es un obstáculo.Y por eso tenemos que pensar en los sesgos no en términos de “bueno” o “malo”, sino preguntarnos: ¿Este sesgo me es útil ahora, en el mundo en que vivo? Aunque en el pasado quizá sí lo fue.P. ¿Cree que ser demasiado consciente de los propios sesgos no puede ser una desventaja cuando uno se enfrenta a alguien que confía plenamente en sus instintos y en las creencias de su grupo?R. Esa es una muy buena pregunta. La pregunta es: ¿cuál es mi grupo hoy? Yo vengo de lo que antes se llamaba Persia. Luego mi pueblo tuvo que huir porque estaba siendo perseguido por motivos religiosos. Y entonces emigraron a la India en el siglo IX y vivieron allí. De algún modo, hemos logrado vivir allí durante todos estos siglos como una minoría diferenciada. Después, yo hago mis maletas a los 24 años, con 80 dólares en el bolsillo, y digo: “Me voy a América”. Los humanos se han estado desplazando siempre. Y constantemente estamos luchando contra otros y temiendo a los demás, pero también colaborando con ellos. Así ha funcionado el comercio durante siglos.Lo primero es que solemos tener lo que llamo una visión de gusano del mundo, no una visión de pájaro. Pero si elevas la mirada, si tomas una perspectiva a vista de pájaro, y cruzas el tiempo, incluso solo unos siglos atrás, yo diría que hoy estamos menos fragmentados. Es cierto que nuestras sociedades tienen el problema de que ya no somos homogéneos en cada país o en cada región. Antes sí lo éramos.Es un experimento que llamo el experimento estadounidense, porque, sinceramente, creo que ningún otro país tuvo leyes que permitieran la inmigración de la forma en que lo ha hecho Estados Unidos. Eso es su fortaleza, o al menos así lo creemos. Es un experimento, porque va en contra de la naturaleza humana. La naturaleza humana es: cada uno en su propio grupo. Pero nosotros decimos: no, hay algo más importante. Nuestras ideas importan. Nuestras creencias importan. Nuestros valores importan. Y queremos unirnos porque en América creemos en vivir sin reyes.Así que en este momento moderno, estamos diciendo, por primera vez en la historia, que tu religión no importa, el color de tu piel no debería importar, tu género no debería importar, tu orientación sexual no debería importar, tu raza no debería importar. Lo que debería importar es lo que piensas. Esta es una transición muy difícil para nosotros. Estamos en las primeras etapas. Pero creo que si miras hacia atrás, no estamos peor que hace 400 años o que hace unos miles de años.Creo que lo que estamos viendo en Estados Unidos, y en todo el mundo, a medida que el mundo gira a la derecha, es esta batalla entre el pensamiento libre y abierto, la vida libre y abierta, frente a las fuerzas de la tradición, de la ortodoxia, que dicen “no, debemos volver a la caverna”. No sé cuál de los dos lados ganará, pero creo que el arco del universo moral es largo, pero se inclina hacia la justicia y la libertad.P. ¿Qué pueden hacer los científicos académicos en la situación actual de EE UU?R. Harvard ha presentado una demanda contra la Administración Trump por dos motivos. Uno, estamos argumentando que no pueden quitarnos los fondos federales. Dos, que no pueden decirnos cómo dirigirnos a nosotros mismos, ni pueden decirnos cuántos estudiantes extranjeros podemos aceptar o de qué tipo. Otras 24 universidades han firmado esta demanda. No 2.500, solo 24. Eso te dice que hay miedo. Basta mirar la Europa de los años 30 para ver que muchas personas guardaron silencio. Y yo simplemente les preguntaría a quienes hoy callan: “¿Quiénes crees que actuaron bien en la Alemania nazi?”.

Mahzarin Banaji, psicóloga: “Nuestros sesgos fueron útiles en el pasado, pero hoy son un obstáculo” | Ciencia
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