El 20 de enero, Donald Trump dijo en su toma de posesión como presidente de Estados Unidos: “Solo reconoceremos dos géneros: femenino y masculino”. A partir de ese momento, la política oficial de ese país pasó a ser binaria y se enterró, por lo menos administrativamente, la identidad de, entre otras, las personas trans. Menos de dos meses después, varios organismos federales publicaron un listado de más de un centenar de palabras que se dejarán de usar en cualquier tipo de comunicación oficial. Algunos ejemplos: activismo, antirracismo, negro, género, LGTB, latinx, feminismo, multicultural, no binario, inmigrantes, poblaciones vulnerables… Es sencillo identificar a las mujeres, las personas racializadas y el colectivo LGTBIQ+ en estas palabras que se van a borrar del lenguaje de las instituciones públicas estadounidenses.“Lo primero que busca un régimen autoritario es potestad absoluta e incuestionable y para lograrlo limitan la disidencia y luego la criminalizan”, dice David I. Beaver, profesor de lingüística y filosofía en la Universidad de Texas en Austin. “Restringir la libertad de expresión es simplemente una forma de aplastar a la disidencia. Al identificar palabras prohibidas se consigue de manera sencilla marcar la división entre nosotros y ellos”.Más informaciónEn el tiempo que Trump lleva al frente del Gobierno, esa demarcación de la que habla el experto en lingüística está establecida por lo que denomina “la puga de lo woke”. Este término, acuñado en los sesenta para definir a aquellas personas con conciencia de la desigualdad y otras formas de injusticia social, desde hace una década se usa como un insulto y se apareja a la idea de “tiranía de lo políticamente correcto”, entre otras acepciones. En un lado, todos aquellos que pueden identificarse con lo que en España se conoce como “progres”; en el otro, lo que un mandatario como Trump define como “patriotas”, “defensores de la libertad” y otras etiquetas similares a las que de manera progresiva vacía de contenido hasta dejarlas hueras y asignarles una sola definición.“Las personas y los grupos no solo pierden su derecho a la libertad de expresión, sino que pueden llegar a vivir con miedo a usar palabras esenciales para su identidad y narrativa, además de perder la capacidad de defenderse públicamente contra la opresión”, añade Beaver sobre los colectivos que quedan en el bando de “los enemigos” señalados por administraciones como la de Trump. De esta manera, la limitación del lenguaje no solo se constriñe a un documento administrativo, sino que de manera paulatina va alcanzando otras esferas sociales. “Saber que el simple uso de ciertas palabras en redes sociales o en un mensaje privado puede ser usado en su contra crea un ambiente de autocensura”, continúa el profesor de Austin. “Silenciarlos no solo restringe los derechos que tenían, sino que les impide alcanzar los derechos que otros dan por sentados”.En 2024, el Gobierno de Javier Milei prohibió el lenguaje inclusivo y “todo lo referente a la perspectiva de género” en la Administración pública argentina. “No se va a poder utilizar la letra -e, la arroba, la -x y [se va a] evitar la innecesaria inclusión del femenino en todos los documentos”, dijo uno de los portavoces del presidente ultraderechista, que considera que las políticas de igualdad son parte del “adoctrinamiento del marxismo cultural”. “La ideología de género y el lenguaje inclusivo solo destruyen los valores de la sociedad”, ha dicho Milei en más de una ocasión.Con esta decisión trató de borrar de un plumazo una parte de las conquistas del movimiento feminista. La -e, enseña del género neutro, cobró visibilidad durante las manifestaciones multitudinarias a favor de la legalización del aborto en 2018 en Argentina. Arrancó en las escuelas secundarias, seis universidades aceptaron como válidas “las expresiones del lenguaje inclusivas y no sexistas en las producciones escritas y orales”; y el entonces Consejo de la Magistratura argentina habilitó a los jueces escribir con el morfema.Dos jóvenes maquilladas y con pañuleos verdes participan de la manifestación a favor de la ley de despenalización del aborto frente al Congreso argentino, en 2018.AP“Esto no es algo tan distinto a lo que se ha hecho en Francia desde 2023 cuando se aprobó un proyecto de ley para anular la validez de cualquier documento oficial redactado en lenguaje inclusivo, incluyendo contratos y comunicaciones de funcionarios públicos. Macron mismo ha defendido que en el francés la forma neutra la proporciona el masculino”, afirma Jahel Queralt, profesora lectora Serra Húnter en la Facultad de Derecho de la Universitat Pompeu Fabra y coeditora de Razones públicas (Ariel). “La Universitat de Barcelona (UB), por ejemplo, ha decidido retomar el uso del masculino genérico en sus textos normativos. Argumenta que como género gramatical no marcado ‘no excluye ni a las mujeres ni a las personas no binarias”, recuerda la experta.El Congreso español dejó de apellidarse “de los Diputados” en 2024 para quedarse en “Congreso”, a secas, como consecuencia de la reescritura del Reglamento de la Cámara para adaptarlo al lenguaje inclusivo. En aquel momento, la Real Academia Española (RAE) criticó Recomendaciones para un uso no sexista del lenguaje en la Administración parlamentaria porque este documento no cumplía “las reglas gramaticales vigentes y las recomendaciones” que publicó la Academia en un informe de enero de 2020. El “punto más conflictivo” para la RAE fue “el llamado masculino inclusivo, sobre el que existen discrepancias fundamentales”.En Rusia, otro país comandado por un líder ultra aunque en apariencia del espectro contrario a Milei y Trump, se ha convertido en deporte de riesgo utilizar el femenino. A finales de 2023 el Tribunal Supremo ruso declaró ilegal lo que llamó Movimiento LGBT Internacional. En su dictamen, la corte mencionaba el uso del género femenino en el lenguaje como una práctica a perseguir. Sin embargo, está bastante extendido el uso de estas terminaciones en femenino (-ka, -tsa, -niya -sha) en el ruso, un idioma basado en las declinaciones, como el griego. Por ejemplo, el femenino de actor (aktior) es aktrissa, y juez es femenino (sudiá), como hombre (muzhina). No quedó claro si la mención de la justicia rusa al uso de estas palabras sentaba un precedente legal o no. Según el diputado de la Duma Estatal Vitali Milónov: “los feminitivos, los homosexuales y otros satanismos deben ser reconocidos como extremistas al menos en la esfera de la educación”, informa Javier G. Cuesta desde Moscú.Uno de los líderes del movimiento homosexual ruso, Nikolái Alekséyev, fue detenido al intentar celebrar una marcha del orgullo gay sin autorización del Ayuntamiento de Moscú. En la imagen, Nikolái Alekséyev, durante la marcha por las calles de Moscú, en 2022.DMITRY SEREBRYAKOV (AFP)En enero de 2024, la Escuela Superior de Economía, una de las principales universidades de Moscú, prohibió a sus estudiantes usar sustantivos feminizados. El riesgo, cuenta la activista rusa Daria Sarenko, es acabar en la cárcel, como le sucedió a ella, acusada de “extremista” o “enemiga del pueblo”. La escritora feminista, exiliada en España tras huir de Rusia después de la invasión de Ucrania por la persecución del régimen a su disidencia, pasó 15 días en prisión por manifestaciones culturales como cuando protagonizó protestas “silenciosas”: iba sola por el metro de Moscú con carteles políticos y reflexiones feministas.“Creo que es una discusión distinta de la que tiene que ver con prohibir conceptos”, ahonda Queralt. Ya en 2017, durante la anterior Administración Trump, sucedió algo similar. “Me pareció especialmente preocupante lo que atañe a la prohibición de la ciencia y la evidencia como fundamentos de política pública. Si basado en evidencia deja de ser un estándar, ¿con qué criterio tomas decisiones en salud pública? Si prohíbes un concepto, limitas la producción de datos sobre él. ¿Cómo investigamos sobre fetos si no podemos utilizar esta palabra? Si no se pueden usar en informes o estadísticas oficiales, entonces no se mide lo que no se nombra, y lo que no se mide, no se gestiona”, plantea Queralt.El efecto inhibidorSi lo que no se nombra no se gestiona o es difícil de medir, ¿deja de existir?, ¿los derechos de determinados colectivos, por ejemplo, quedan limitados? “Es una simplificación excesiva”, opina Beaver, que pone como ejemplo una decisión de su país: “En las solicitudes de financiación de la National Science Foundation está restringido el uso de la palabra mujer. Esto no significa que las mujeres hayan dejado de existir ni que el concepto se vaya a dejar de usar. Más bien, los solicitantes entenderán que cierto tipo de investigaciones y enseñanzas sobre género ya no están permitidas. Esto generará un efecto inhibidor, limitando el conocimiento sobre los efectos del género en determinadas materias, reduciendo la conciencia pública sobre la discriminación de género y empujando a quienes trabajan en estas teorías fuera de los espacios de visibilidad, como la Academia”.Las decisiones sobre el lenguaje que han tomado Trump, Milei y Putin tienen antecedentes en otros gobiernos ultras. “Mussolini restringió el uso de palabras extranjeras y promovió términos con raíces latinas. Los nazis no solo crearon un lenguaje de propaganda propio, sino que también vilipendiaron palabras consideradas semitas, con el objetivo de construir una nueva forma de pensamiento”, recuerda Beaver. “Los modelos de DeepSeek [inteligencia artificial] incorporan mecanismos de censura para temas considerados sensibles por el Gobierno chino, limitando las respuestas relacionadas con asuntos políticos o sociales delicados. Me ha recordado a la neolengua de George Orwell en 1984, en la que la eliminación sistemática de palabras impide elaborar un discurso contrario al régimen”, añade Queralt con un ejemplo más reciente. “Una vez estos gobiernos terminan, se deben reconstruir desde cero las instituciones y el lenguaje de la democracia. La prohibición de palabras es solo una de las muchas herramientas utilizadas para fomentar la ignorancia sobre el funcionamiento de la democracia y la naturaleza de la opresión”, concluye el especialista estadounidense.

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