Los tiempos pasan y todo se adapta buscando nuevos acomodos. Si hace unos años hubiese sido anatema la presencia en el Primavera Sound de artistas de perfil extremadamente comercial, hoy atraen a ese público que ha de garantizar el relevo generacional del antiguo, dando a éste un argumento para excusar su presencia en el que fue su territorio. Por cierto, siempre hace falta un argumento artístico para declinar la presencia, ya que aceptar que ahora resulta simplemente agotador es duro de encajar. La cuestión es que en la segunda jornada, Sabrina Carpenter, una ex chica Disney rubia, con cara de no haber roto un plato, voz agradable, aspecto de pizpireta y varios números 1 en el bolsillo concitó una masa en la explanada principal del festival, compitiendo incluso con la acumulación de público conseguida la víspera por Charli XCX. Y triunfó. Un concierto corto, hora y quince minutos, para dar el colorido de los chicles de fresa a una jornada donde Waxahatchee, Stereolab o Zaho de Sagazan marcaron alguno de los hitos del día, humanamente inabarcable. Los artistas que están en vena ni necesitan hacer conciertos perfectos para seducir, hay algo en el aire, el ambiente o simplemente que si una estrella está en su momento ni una afonía la detiene. No, Sabrina no estaba afónica la noche del viernes, pero la dinámica de su concierto, interrumpida por largas disertaciones muy difíciles de escuchar a medida que aumentaba la distancia del escenario, las introducciones de los temas mediante un remedo de publicidad televisada de televisión añeja y un sonido al que bien la brisa, la falta de potencia o la expansiva charla del público, restaron pegada y continuidad al show en algunas fases. Fue fácil perder el hilo entre comentarios que además destacaban que no se entendía lo que Sabrina decía. Con todo, dijo “t’estimo” en un gesto de proximidad y todo quedó en el olvido, en especial para muchos extranjeros, que ni se enteraron del matiz idiomático. Al final esta muñeca con uñas, capaz de satirizar la masculinidad con la aparente frivolidad de quien escoge un tono de maquillaje, tenía a la multitud en el bolsillo con la segunda pieza, Taste, la que abre su sexto y último álbum, y ya no lo dejó hasta cerrar el pase con Espresso un tema como la copa de un pino. Por medio, en un escenario colorista de aire teatral, con banda y coreografías, pasaron estrenos como el de su nuevo sencillo, Manchild, “dijiste que tu celular estaba roto, sólo se te olvidó cargarlo”, so panoli, podría añadir la letra. Baladas country como Slim Pickins, grabada con Dolly Parton, también baladas plúmbeas perfil Couldn’t Make It Any Harder; éxitos confirmados como Bed Chem, Please, Please, Please, con la brusca aparición en la explanada de chicas a horcajadas sobresaliendo de la masa para cantar “por favor, no me hagas llorar ahora que me he maquillado tan bien” o Feather, que como casi todos los temas tenían letra replicada por miles de voces en la multitudHubo también versiones de temas añejos como I’ts Raining Men, cambios de vestuario, una melena siempre en su lugar y una sonrisa perenne. Lástima que no interpretase Dumb & Poetic, donde canta “intenta parecer suave y educado, mastúrbate con letras de Leonard Cohen” en lo que otrora fue territorio de listos y listas. Lo mejor, como siempre en un festival, la sensación de estar entre otras personas que disfrutan al unísono en un momento que pasará al recuerdo de cada una de ellas. Por eso, en el stand de Energy Control, el necesario espacio que analiza la calidad y potencial peligro del material con el que se consigue la felicidad por decreto químico, afirmaban que la sustancia más consumida, o al menos sobre la que más consultas reciben, no es la cocaína, “molesta de administrar y de efectos limitados en el tiempo”, describen; sino el MDMA, “discreto, de efectos continuados y empatógena, favorecedora de la empatía”. Para lo que no hace falta hacer consultas es para saber que allí no huele a porro ni en los más apartados rincones. Cada música tiene su droga y en el Primavera debe ser difícil ligar oliendo a hierba. Concierto de Waxahatchee durante el Primavera Sound de 2025.Gisela Jané Primavera Sound De todas formas un festival, verdadero supermercado musical, tiene público para todo, también para los que no se estimulan y les gusta otro tipo de hierba, la de la pradera. Por ejemplo los que llenaron el espacio donde actuó Waxahatchee, un nombre casi desconocido para el que se inventó el cortar/pegar. Allí realizó un brillantísimo pase lleno bajo el sol de gemas con aire country-folk en las que no faltó banjo, steel guitar, la aparición de MJ Lenderman para hacer la maravillosa Right Back To It y Burns Out A Midnight y un ramillete de espléndidas y sentidas canciones, desde 3 Sisters a las finales Lilacs, Tigers Blood o Fire, servidas por la voz clara, nítida, emotiva y flexible de Katie Crutchfield, la creadora del grupo que lleva el nombre del lugar de Alabama donde creció. Fue el suyo un concierto soberbio. Zaho, durante el público del Primavera Sound de Barcelona.Sergio Albert Primavera SoundComo el de Zaho de Sagazan, una de las pocas presencias galas en un festival que históricamente no ha atraído a público francés a pesar de la proximidad geográfica. Zaho es un nuevo talento que parte, por situar un referente, de la elegante tradición melódica francesa de la chanson para adaptarla a nuestros días con un maquillaje electrónico que en directo acentuó el ritmo a medida que se desarrollaba, llegando al paroxismo –con Dansez resultó imposible no bailar- en su parte final. Simpática, chispeante, con capacidad para usar su cuerpo como parte de la interpretación y muy buena cantante, Zaho vio como su actuación iba ganando público hasta llenar el amplio recinto donde estaba programada, un escenario, el único, con pista y gradas. Es la prueba del algodón en los festivales, donde la libertad de movimiento castiga aquello que no centra la atención. Y por supuesto concluyó con Modern Love, la versión de Bowie que la lanzó a la popularidad interpretándola en el festival de Cannes en honor de la presienta del jurado, Greta Gerwig.Y otra francesa, o franco inglesa, centró buena parte de la atención en el tramo de la tarde noche del festival. Laetitia Sadier, elegante, contenida, firmó con Stereolab otro de los grandes momentos de la segunda noche. Y también balbuceó en catalán, esta vez un “esteu tots aquí” pronunciado justo antes de iniciar la actuación. Su mezcla de diversos estilos y la sonoridad añeja de sus teclados los sitúan en un terreno sólo reservado a ellos, espacio que han recuperado con un último disco que rompe años de silencio. Las melodías de inspiración pop y lounge para coctelería fina, el despliegue de sus temas como si de brotes caprichosos que parten de una rama se tratase, la precisión de su sonido y su extraña belleza, cálida y distante al mismo tiempo crearon un ambiente que sólo suena a Stereolab. Mezclaron temas antiguos y de su espléndido nuevo disco, del que tocaron seis, entre los que destacaron Melodie Is A Wound o If You Remembner I Forgot How To Dream Pt 1, donde manifiestan su oposición al belicismo. Resumen, otra buena porción de público clavado frente a su escenario mientras en la explanada triunfaban Beach House, que en el Primavera juegan en casa.Y hablando de público y de centrar la atención, casi nula es la que la asistencia del Primavera está prestando a la instalación Unsilence Gaza, tal y como reconocía el personal que la vigila. Tema complejo este de incluir llamadas a la conciencia en un hábitat como el de un festival, en el que parece que casi nadie está dispuesto a vivir nada que le aparte de la diversión. Es más, en el contexto voraz de nuestro sistema económico, que todo lo engulle, recicla y regurgita, incluso la presencia de un stand sobre Gaza en el interior del recinto, justo al lado de otro que promociona cremas solares, parece igualar los mensajes como simples llamados comerciales donde la conciencia, una vez más, es sepultada por el consumo. Mirándolo con perspectiva, y sin cuestionar en absoluto las loables, necesarias y justas intenciones de la organización, parece que vivimos en una sociedad que todo lo metaboliza en gestos llamados a caer como semillas en la piedra.

Sabrina Carpenter en el Primavera: brillantina, confetis y pop para rejuvenecer un festival | Noticias de Cataluña
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