Han tenido que pasar cuarenta años desde su fallecimiento para que la casa de Vicente Aleixandre (1898-1984), el último poeta español distinguido con el premio Nobel de Literatura, en 1977, haya sido adquirida por una Administración. Velintonia, como se conoce al inmueble por el que pasaron desde finales de los años veinte hasta la muerte del autor varias generaciones de escritores españoles, ha sido comprada por la Comunidad de Madrid en tercera subasta por 3.193.225 euros, en una puja que presentó el 19 de marzo. Ninguna otra Administración o particular han presentado oferta alguna en una subasta que finalizó a las 18.00 de este lunes. La vivienda, con un valor de tasación de 4.561.750 euros, está declarada Bien de Interés Patrimonial (BIP) desde 2022 por la Comunidad.Más informaciónUna vez roto el nudo gordiano, ahora la intención del Gobierno regional de Isabel Díaz Ayuso, ya manifestada, es convertir ese espacio abandonado y ruinoso en la Casa de la Poesía, de cara al centenario de la generación del 27 dentro de dos años. Mientras, el Ministerio de Cultura, que había ofrecido a la Comunidad la compra conjunta, no se ha presentado a la puja. Una posibilidad que mantuvo en tensión a Madrid hasta el último minuto, pues cargos ministeriales de alto rango les habían transmitido informalmente que así lo harían, según una fuente del consejo de Gobierno regional.Estado de uno de los dormitorios de la planta de arriba de Velintonia, en una imagen de abril de 2024.ASOCIACIÓN DE AMIGOS DE VICENTE ALEIXANDREPocas veces una decisión de gestión cultural había generado tanto revuelo político. El Gobierno estatal había amagado con comprar la casa, pero Madrid, que es quien tomó la iniciativa de adquirirla para así salvarla de la ruina, siempre estuvo abierta a la negociación, aunque pronto entendió el ofrecimiento de Cultura como un intento de entorpecer la operación. Finalmente, el ministerio no ha presentado una oferta. Tampoco lo hizo en las anteriores subastas, en enero y junio de 2024. Y por eso el Gobierno autonómico saca pecho.“El empeño de la Comunidad de Madrid por la preservación de nuestro patrimonio es constante”, dijo el jueves pasado el consejero de Cultura, Mariano de Paco Serrano, durante un debate parlamentario en la Asamblea. “La gran conmemoración que vamos a hacer de la generación del 27, el gran regalo que podemos hacerle a los ciudadanos, es preservar esas paredes de Velintonia, impedir que Velintonia, que está a punto de caer en la ruina, lo haga”, añadió. “La generación del 27 supuso una profundísima revolución cultural y una profundísima revolución estética”, recalcó. Y remató: “La presidenta ha sido la primera política en 40 años en atreverse, y digo atreverse, a dar el paso de proteger la casa de Vicente Aleixandre, la casa de nuestro premio Nobel”.Velintonia —llamada así porque se encontraba en la calle de Wellingtonia (que es un tipo de secuoya), hasta que la rebautizó el propio Aleixandre— se cerró en 1986, cuando murió la hermana del poeta dos años después de este. Desde entonces su historia tiene como ingredientes el abandono, los desencuentros entre los herederos y el choque entre las Administraciones (la CAM y Cultura). En 1987, este periódico ya informaba de los intentos del Ministerio de Cultura, por un lado, y del Ayuntamiento de Madrid, por otro, de dar una nueva vida a Velintonia como museo sobre la poesía. Han pasado 38 años.Vicente Aleixandre, en una foto de 1977.CÉSAR LUCASEl 60% del inmueble es propiedad de Amaya Aleixandre, sobrina segunda del poeta, y el 40% restante, de cuatro nietos de una prima del poeta. Ese reparto es clave para entender el mal estado de la propiedad y el culebrón de su venta. La Comunidad de Madrid llegó a dar por comprado el chalet en una anterior subasta. Incluso, transmite una fuente gubernamental, tenía preparados los cheques para los propietarios. Pero todo se fue al traste por el choque entre los herederos, ya que la propietaria mayoritaria impugnó el proceso entre duras críticas al consejero del ramo (”me ha tratado muy injustamente”). De ahí se pasó a esta nueva subasta, en la que Madrid ha sido la única Administración en presentar oferta, la mínima posible, en aplicación del criterio de la intervención regional, explica un interlocutor con conocimiento de la operación.Amaya Aleixandre ha manifestado por teléfono que ha vivido todo este proceso “desasosegada porque las Administraciones han ido a aprovechar lo mínimo, en vez de haberse producido una venta directa”, como habría sido su deseo. “El problema del deterioro es que los otros dueños no pagaban los gastos de la casa y que las Administraciones no se lo tomaban en serio”, ha añadido. Sin embargo, en sus palabras hay un reconocimiento a los intentos del ministerio por comprar la casa. El chalet, de color crema y ladrillo rojo, de dos alturas, con tres plantas y 630 metros cuadrados, en una parcela de 799 metros cuadrados, incluido el jardín, tiene pendiente acometer unas obras urgentes tras una Inspección Técnica de Edificios del Ayuntamiento de Madrid, de 2020, que podrían rondar los 100.000 euros.La Asociación de Amigos de Vicente Aleixandre, que lleva desde 1995 reclamando la protección de la casa, ha expresado en un comunicado su deseo de que esta sea declarada Bien de Interés Cultura (BIC), el máximo nivel de protección, y ha lamentado que Cultura “haya despreciado ostensiblemente el legado de nuestro Nobel”.En Velintonia escribió Aleixandre casi toda su obra. Como en él era habitual, lo hizo a mano y por la noche, recostado en la cama debido a su delicada salud —le habían extirpado un riñón—, con libros como La destrucción o el amor (1935), fundamental en la poesía amorosa española del siglo XX. Además, por allí pasaron para hablar de poesía y de intimidades, entre otros, Dámaso Alonso, Gerardo Diego, Rafael Alberti, Luis Cernuda o Federico García Lorca, que tocaba el piano porque le agradaba mucho a la madre de Aleixandre. La vivienda sufrió una primera ruina, cuando la tuvo que abandonar la familia Aleixandre en la Guerra Civil porque estaba en la línea del frente. Tras el conflicto, Aleixandre volvió a vivir en Velintonia con su hermana hasta sus respectivos fallecimientos. Hoy ofrece un estado lastimoso, rodeada de hierbajos y con un interior con importantes desperfectos.

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