Hacer algo por primera vez en un festival que lleva 26 años de historia es difícil. Aun así, cada año llegan al desierto de California decenas de artistas con la promesa de ser vanguardistas en Coachella. Puede decirse, casi con toda seguridad, que es la primera vez que suenan los violines de la Primavera de Vivaldi, con arreglos de Max Richter, en el festival de música alternativa más grande de Estados Unidos. Ha sido gracias a Gustavo Dudamel y la Filarmónica de Los Ángeles, quienes han brillado en una segunda jornada llena de sorpresas, incluso políticas. El senador Bernie Sanders ha salido a uno de los escenarios más grandes a ofrecer un breve, pero multitudinario, mitin contra Donald Trump.“Este país enfrenta retos muy difíciles y lo que vaya a suceder con Estados Unidos depende de su generación. Pueden obviar lo que está pasando, pero háganlo por su propio riesgo. Necesitamos que luchen por la justicia”, aseguró el popular senador por Vermont, quien horas antes había encabezado un multitudinario mitin en el centro de Los Ángeles, acompañado por la otra gran estrella de los demócratas, la congresista Alexandria Ocasio-Cortez. En ese acto, frente a 36.000 personas, estuvieron también Neil Young y Joan Baez, las viejas voces de la resistencia pacífica.Más informaciónPero no hay mayor plataforma cultural en este país que Coachella, un festival, por cierto, organizado por la empresa del millonario Philip Anschutz, un importante donante al Partido Republicano y una figura cercana a los influyentes hermanos Koch. Sanders lanzó su filípica contra el presidente y los oligarcas que cogobiernan con él sobre las ocho de la noche, antes de la salida al escenario de la cantante y compositora Clairo. Con 83 años, Sanders fue quizá el personaje más grande que saltó al escenario en toda la noche. A su lado, Glenn Danzig, de 69 años, el vocalista de The Misfits, quienes fueron uno de los números de cierre, es aún un jovenazo. Sanders, no obstante, se sentó a ver el concierto entre bambalinas.Bernie Sanders, en el festival de Coachella después de su intervención, en Indio (California), el sábado, 12 de abril.Amy Harris (Invision / AP)La segunda jornada ha dejado un sentimiento nostálgico, cierto resabio del verano pasado, bautizado por toda la crítica musical como el “verano brat”. El disco de la británica Charli XCX fue la banda sonora de 2024 y pudo escucharse incluso en la campaña de Kamala Harris. Esta vez, el verde chillante de la portada estuvo en todas partes: en la ropa, sombreros y accesorios de las decenas de miles que se acercaron al escenario principal a ver el show. Charlie XCX salió con gafas oscuras y con un biquini negro. La pantalla decía Party Girl (fiestera). Su presencia llenó casi todo el espectáculo, aunque tuvo invitados como Troye Sivan, Lorde y Billie Eilish, con quien cantó Guess. Para cerrar su bratchella, incluyó una versión de I Love It, el himno de Icona Pop.Charli XCX sacudió con su electrónica y ritmos electrónicos el estado soñador en el que dejaron a la audiencia Gustavo Dudamel y los 75 integrantes de la Filarmónica de Los Ángeles. El director venezolano está en su último año al frente de la orquesta y se muda a Nueva York. Abandona Hollywood tras 16 años con muchos aprendizajes, quizá el más importante es cómo tender puentes entre el mundo clásico y el espectáculo pop. Lo mostró en un set de 50 minutos en el que pasó de la bossa nova, de la mano de la islandesa Laufey y el góspel con la cantante de country Maren Morris hasta subirse a las tendencias más actuales. Lo hicieron tocando Dumbai y La que puede, puede junto a los argentinos Ca7riel y Paco Amoroso, protagonistas de un concierto viral de Tiny Desk y quienes también brillaron el viernes en la primera noche de Coachella.Un fan muestra un cartel del álbum ‘brat’, de Charli XCX.Daniel Cole (REUTERS)“¡¡¡Uuuuuuu!!!“, gritaba la gente cuando oyó la Tocata de Bach sobre el escenario. Los teléfonos se alzaban para grabar la Quinta Sinfonía de Beethoven o La cabalgata de las valquirias, de Richard Wagner, que sonaban con la puesta de sol en el desierto como fondo. Son clásicos que conocen todos, un lenguaje común en un festival que crece cada año para abarcar los gustos de quienes vienen a ver a una DJ alemana que actúa con una máscara de caballo, HorsegiirL, o al grupo australiano Glass Beams, cuyo sonido parece haber salido de una lámpara mágica. Dudamel y sus músicos también interpretaron La marcha imperial de John Williams, la composición que acompaña a Darth Vader en Star Wars. El cierre estuvo a cargo de LL Cool J, leyenda neoyorquina del rap, quien salió al escenario subrayando el golpe de efecto con Mama Said Knock You Out.El primer Coachella de Green DayLa presencia de la filarmónica angelina solo tiene un antecedente similar. Hans Zimmer, el compositor de bandas sonoras, acudió hace ocho años para tocar la música de El rey león, El caballero oscuro, Gladiador o Interstellar, entre otras cintas. La filarmónica de este sábado, acomodada en cuatro niveles sobre el escenario y acompañada de un coro negro de 12 voces que deja muy alto el listón a quien lo quiera replicar. Pero es probable que este recuerdo quede opacado por un hecho curioso: este ha sido el primer Coachella de Green Day.La banda canadiense lleva décadas llenando estadios por todo el mundo. El gigantesco campo de polo que alberga el festival no era del todo extraño para los integrantes del grupo. Su líder, Billie Joe Armstrong, acompañó a The Replacements en su actuación de 2014. Y el viernes salió a cantar junto a las legendarias The Go-Go’s la canción Head Over Heels. Pero no habían sonado hasta esta noche temas de Dookie o American Idiot, dos discos que fueron pilares de la música alternativa de finales de los noventa. El segundo álbum, que cumplió 20 años en 2024, ha cogido fuerza en el nuevo mandato de Trump. “No somos parte de la agenda MAGA” [Make America Great Again, el eslogan de Trump]gritó Armstrong desde el escenario principal cuando interpretó la canción que da título al disco, una ópera punk que critica la invasión estadounidense a Irak.En Jesus Of Suburbia, otro de los éxitos de American Idiot, Green Day cambió la letra para rendir un homenaje a los niños palestinos asesinados en Gaza. Fueron diez poderosos minutos de música en un Coachella cargado de política.

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