Cuando se cultivan plantas parece que todas ellas debieran sujetarse por sí mismas, sin necesidad de ayuda. Pero en el jardín, tanto el más ornamental como el más comestible —el huerto—, las personas que mantienen todo ese verdor saben bien que siempre es necesario tener a mano algún palo para aupar una planta decaída o que se quiera guiar. Los tutores son una herramienta más del jardín, y es bueno contar con una provisión de cañas, varillas y tallos de bambú por lo que pueda pasar.Se dice que Colón, en su primer viaje, observó unas estructuras que los indígenas hacían clavando varias ramas en el suelo y atándolas entre sí en la punta, como si fuera un tipi. Sobre ese ramaje hacían trepar sus calabazas; de esta forma producirían buenos frutos sin ocupar tanto espacio y sin que estos tocaran el suelo. Más informaciónEn los manuscritos medievales y en los cuadros de esa época hay un muestrario enorme de diferentes soportes que se preparaban para sujetar las plantas. Unos que llaman mucho la atención son los de las macetas en las que se han plantado claveles (Dianthus caryophyllus) o azucenas (Lilium candidum). Para mantener sus tallos erguidos, especialmente en el caso de los rojos claveles, utilizaban un enrejado de aros hechos con ramas o con tiras de madera, que a modo de corsé sujetaban los rebeldes tallos lacios. En este dibujo, que copia uno original de un manuscrito medieval, se ven rosas rojas que crecen apoyadas en una valla de mimbre y un arbolito guiado y protegido por un tutorwhitemay (Getty Images)Una estructura aún más sofisticada, pero con este mismo fin, se puede observar en la tabla de La Visitación del Maestro de Perea, parte de la colección del Museo del Prado. Arriba a la derecha, en lo alto del edificio, se ve una maceta de claveles con un entretejido muy curioso. El mismo sistema de soporte se encuentra en la actualidad en las floristerías, donde hay plantas con una rejilla por encima de la maceta. Unas que suelen llevarlo son las flores de Pascua (Euphorbia pulcherrima). En este caso, ese enrejado de plástico verdoso sirve solamente para el transporte y mientras la planta permanece en venta, ya que la protege de que alguna de sus frágiles ramas se parta enredada con otras de plantas adyacentes o con la propia manipulación de la maceta. Pero, una vez a salvo en casa, esas rejillas debieran cortarse y retirarse. En el jardín también se hace a veces necesario utilizar un sistema parejo, como es clavar unas estacas en el suelo y trenzar entre ellas una cuerda. La finalidad no será tanto la protección, sino sujetar las plantas que tumban e invaden el espacio vital de otras que la rodean. En las floristerías y viveros también se encuentran otras especies que llevan un soporte temporal, o así debiera de ser: las plantas trepadoras. Estas vienen atadas a una caña de bambú, pero con la misma razón de ser que la rejilla plástica de las poinsetias, que es el transporte. Cuando la trepadora se planta en el sitio definitivo, lo que se debiera hacer es retirar esa caña de bambú y enredar la planta con delicadeza a su soporte definitivo, bien sea una valla de alambre, una columna o una pared. El enrejado de plástico de las flores de Pascua se debe quitar una vez que la planta llega a casa.July Alcantara (Getty Images)A veces se cubren esas paredes con estructuras más complejas, como las celosías, construidas con madera u otros materiales. Estos entramados facilitan a las enredaderas la tarea de cubrir una pared. Además, aportan una estética muy fina al jardín, si están construidas con mimo. Puede que los primeros tallos de la trepadora haya que fijarlos con alambres o cuerdas a esa celosía, pero con la nueva brotación la planta ya hará por encaramarse a los listones. Plantas muy habituales para estas celosías son las mil y una variedades y cultivares de rosas trepadoras, por poner un ejemplo.Como estructura aún más compleja surgen los emparrados, tan característicos de todo el arco mediterráneo desde tiempos inmemoriales. Adyacentes a una casa —desde la cual emergen los maderos horizontales que se apoyan a su vez en postes—, normalmente se veían cubiertos de la planta que les da nombre, las parras (Vitis vinifera). Con su follaje procura frescor en los días de estío, además de alimento con sus uvas cuando llega el otoño. Con una sincronía ideal, la vid se queda sin hojas cuando aparecen los fríos, permitiendo que el porche y sus habitantes reciban los rayos del sol cuando más los necesitan para calentarse.Las pérgolas son otro de los inventos humanos para que las plantas trepen. Estos armazones difieren poco de los emparrados, y se convierten en una especie de habitación sin paredes, pero techada totalmente por tallos y más tallos de madreselvas (Lonicera spp.), glicinias (Wisteria spp.), lianas de fuego (Pyrostegia venusta) o las propias parras. Asimismo, en los jardines pueden aparecer unos pabellones abiertos y las más de las veces circulares: los cenadores. También están construidos con un enrejado o con postes de madera, para que los comensales y visitantes del jardín disfruten al estar sentados bajo las plantas que, idealmente, lo cubren. Cuando las pérgolas se alargaban y permitían un paseo, aunque fuera corto, se les denominaba túneles de verdor. Estos aparecen de nuevo en cuadros y en estampas antiguas, muchas veces ligadas a escenas galantes. Normalmente, se sitúan en la parte perimetral del jardín, a modo de ronda. Al caminar por ellos pareciera un espacio de ensueño, sensación acrecentada con el aroma de las flores que sobre ellos crecen.Un túnel de verdor proporciona una sombra perfecta para pasear.Federica Grassi (Getty Images)Otro de los reinos en los que los soportes para las plantas gobiernan es el huerto. Nadie se imaginaría unas matas de tomate altas sin alguna estructura que les permitan alzarse y no reptar. Las huertas españolas se llenan con cañas y más cañas atadas y entrelazadas entre sí, como auténticas construcciones efímeras y bellas, para aguantar estoicamente las toneladas de tomates que se producen al son del sol y del agua fresca. La materia prima suele ser la caña (Arundo donax), planta venida de Oriente en siglos remotos, invasora, pero muy utilizada. No solo los tomates se benefician con ella, sino también los guisantes o los pepinos. Incluso se usan para plantas menos habituales, como el lúpulo (Humulus lupulus), aunque en este caso se utilizan también cables de acero trenzado sujetados por rodrigones, grandes tutores de madera que aportan todavía mayor estabilidad a plantas que son más vigorosas o altas. Estos rodrigones son con los que también se guían los árboles, necesitados en ocasiones en sus primeros años de un entutorado. Eso sí, en este caso arbóreo es mejor retirar los tutores al término de un par de años, cuando se note que el ejemplar ya ha arraigado en el terreno. En los últimos años se han implementado otras posibilidades para afianzar al terreno las nuevas plantaciones de árboles, como son el uso de estacas subterráneas, a modo de raíces artificiales, pero eso es otro tema a tratar.Y ya que mencionamos a los árboles, otra forma preciosa de sujetar una planta que necesite de un soporte es, precisamente, utilizando un árbol. No todas las especies serán aptas para apoyarse en este tutor vivo, pero puede dar muchas alegrías estéticas enredar un rosal trepador o un clemátide (Clematis spp.) sobre alguna buena rama fuerte y vigorosa, bien soleada, de un árbol. No solo los rosales trepadores necesitan de un soporte, sino también los rosales de copa o de pie alto, más cultivados aún en el pasado. Estas rosas suelen necesitar de un entutorado por el peso que adquiere toda su masa aérea. De hecho, en un paseo por una rosaleda se puede hacer un buen compendio de diferentes estructuras de soporte para las rosas, desde arcos metálicos, guirnaldas o postes de distinta guisa. Los tutores de fibra de coco no facilitan el crecimiento de las raíces de las plantas trepadoras como el poto.electravk (Getty Images)Dentro de las casas también se necesitan los soportes. Los tutores de fibra de coco han sido un clásico de muchas plantas de interior, como para las costillas de Adán (Monstera deliciosa) o los potos (Epipremnum aureum). El revestimiento de esos aparatosos cilindros de plástico, forrados de fibras largas de coco, se supone que debía facilitar el enraizamiento de estas plantas trepadoras sobre ellos, pero nada más lejos de la realidad. En esa cobertura densa y muy ajustada es prácticamente imposible que crezca ninguna raíz aérea de estas plantas. Donde sí que se establecen que da gusto es en los distintos tipos de tutores de musgo, que incluso se pueden hacer de forma casera. En ellos las raíces encuentran un sustrato oxigenado y húmedo en el que desarrollarse, proporcionado por el musgo Sphagnum, principalmente.Hay muchos más soportes, como los pequeños tutores para sujetar las varas florales de las orquídeas mariposa (Phalaenopsis cv.) o los alambres para el jazmín de Madagascar (Stephanotis floribunda). Y, mientras las sujetamos y ayudamos a que crezcan, nuestras plantas queridas también nos guían y nos soportan, enseñándonos el camino de la felicidad y de la tranquilidad cuando las cultivamos.

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